México se ahoga entre el agua y la negligencia. La Coordinación Nacional de Protección Civil confirmó que 72 personas han muerto y 48 siguen desaparecidas tras las lluvias e inundaciones que devastaron cinco estados del país. A pesar de la magnitud de la tragedia, las respuestas oficiales han sido tardías, desarticuladas y marcadas por la indiferencia de los gobiernos federal y estatales.
Un país bajo el agua y un gobierno sin rumbo
Los estados más afectados son Veracruz, Puebla, Hidalgo, San Luis Potosí y Tamaulipas, donde miles de familias perdieron todo. Las imágenes son devastadoras: calles convertidas en ríos, casas destruidas, niños y ancianos atrapados, comunidades incomunicadas y cuerpos rescatados entre el lodo.
Sin embargo, mientras el país vive una emergencia humanitaria, las autoridades han mostrado una alarmante desconexión con la realidad. En Veracruz, la gobernadora Rocío Nahle calificó los desbordamientos como “ligeros”, incluso cuando los cuerpos de rescate confirmaban decenas de muertos y miles de damnificados.
En Puebla, las alertas de la Conagua se emitieron desde el 9 de octubre, advirtiendo lluvias torrenciales y riesgo extremo en los ríos Cazones y Tecolutla, pero no se ordenaron evacuaciones preventivas. El resultado fue la muerte de familias enteras y la pérdida de comunidades completas.
Una tragedia que pudo evitarse
Especialistas en gestión de riesgos han señalado que el desastre no fue solo natural, sino consecuencia directa del abandono institucional. La falta de mantenimiento en bordos y presas, el desvío de recursos destinados a obras de protección y la inexistencia de planes de emergencia en municipios vulnerables agravaron los efectos de la tormenta.
El caso de Poza Rica resume la tragedia nacional: el alcalde Fernando “El Pulpo” Remes admitió que no se construyó el muro de contención del río Cazones, pese a que se destinaron 14 millones de pesos para la obra. “Que me metan a la cárcel”, dijo, al reconocer la corrupción que hoy cobra vidas.
Mientras tanto, el discurso oficial
Desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum ha insistido en que no se “sacará raja política” de la tragedia, pero su gobierno mantiene silencio ante los reclamos por la inacción de funcionarios estatales. Las imágenes de ayuda con bolsas color guinda en Puebla han desatado indignación por el uso político del desastre.
La población no pide discursos, pide auxilio. Pide empatía, coordinación, y justicia.
Hoy, México no se ahoga por la lluvia, sino por la corrupción, la desidia y la impunidad de sus autoridades.
