Esta semana, el asesinato de un empleado de una gasolinera que murió a manos de un cliente que se negaba a ponerse el cubrebocas, en Alemania, ha captado la atención internacional y evidenciado al movimiento opuesto a las restricciones sanitarias.
El presunto asesino, de 49 años confirmó a la policía que no respeta las medidas sanitarias ni las restricciones destinadas a combatir la pandemia.
El ataque se registró el sábado, cuando un empleado de una gasolinera, que fue identificado como un estudiante de 20 años, se negó a atender a un cliente porque no portaba mascarilla.
Enfadado, el hombre se marchó dejando las cervezas en el mostrador. Regresó una hora y media después portando esta vez una mascarilla, pero se la quitó para provocar una reacción del cajero. Tras solicitare que la utilizara, sacó un revólver del bolsillo y le disparó.
El sospechoso se presentó al día siguiente en la comisaría y declaró que se sentía «acorralado» por las medidas destinadas. Además, agregó que considera una «creciente violación de sus derechos» y que no había visto «otra salida».