Durante las pasadas 24 horas, la cúpula política y empresarial del país y líderes de opinión, que incluye reconocidos conservadores, calificaron de inaceptables las declaraciones de Trump sobre la violencia detonada por neonazis, supremacistas y ultranacionalistas blancos, integrantes del Ku Klux Klan y milicias de extrema derecha en Charlottesville, Virginia, el pasado fin de semana.
Las críticas despertaron luego de que Donald Trump culpara a todos los bandos por la violencia, el presidente reiteró su primera posición, al acusar que la «izquierda fue tan violenta» como la extrema derecha y que ambos lados compartían responsabilidad por los hechos. Además, afirmó que había «algunas finas personas entre los neonazis y el KKK, y que mucha gente en ese grupo estaba ahí para protestar de manera inocente y legal.»
Los comentarios asombraron e indignaron en todo el mundo, incluido su propio equipo, y, se supone, a su jefe de gabinete, John Kelly, quienes comentaron a medios que todo eso no estaba en el guion preparado para la conferencia de prensa en el vestíbulo de la Torre Trump el lunes.
Ayer, ante el creciente éxodo de ejecutivos en jefe de los consejos empresariales presidenciales en protesta por sus comentarios, Trump decidió disolver estas entidades. Declaró en un tuit que en lugar de presionar a los empresarios del Consejo de Manufactura y del Foro de Estrategia y Política, estoy poniendo fin a ambos.
Por lo menos seis ejecutivos de empresas que integraban el Consejo de Manufactura ya habían renunciado, y otros más estaban por hacerlo, antes de la decisión de Trump de desaparecerlo.
Con información de La Jornada