El presupuesto federal 2026 expone, una vez más, el profundo desequilibrio entre el gasto social orientado a programas clientelares y el abandono de sectores esenciales como la salud y el campo.
Mientras el gobierno presume apoyos directos de miles de pesos a estudiantes y adultos mayores, los hospitales públicos enfrentan recortes históricos, falta de medicamentos y programas cancelados. Al mismo tiempo, los agricultores mexicanos —especialmente los productores de maíz, el alimento base del país— reciben precios muy por debajo de lo que exigen para sobrevivir.
La paradoja es clara: se reparte dinero para ganar simpatías, pero no se invierte en garantizar derechos.
Los apoyos sociales: generosos… pero desiguales
En 2025, el gobierno federal aumentó los programas de transferencia directa de efectivo. Estos recursos, aunque importantes para millones de familias, representan un gasto público que supera con creces lo destinado a la producción alimentaria o a la mejora de los servicios de salud.
| Programa social | Monto individual por beneficiario | Periodicidad |
|---|---|---|
| Jóvenes Construyendo el Futuro | $9,000 | Mensual |
| Pensión para Adultos Mayores | $6,200 | Bimestral |
| Precio pagado por tonelada de maíz | $4,850 | Único por venta |
Mientras los jóvenes y adultos mayores reciben apoyos directos, los productores de maíz exigen un precio mínimo de $7,500 por tonelada, pero el gobierno apenas paga $4,850, monto que no cubre los costos de producción ni garantiza rentabilidad.
México, país del maíz, mantiene en la precariedad a quienes lo siembran.
Sector salud: la víctima invisible del presupuesto
El discurso oficial insiste en que “nunca se ha invertido tanto en salud”, pero las cifras desmienten esa narrativa.
La Secretaría de Salud, motor de los programas de prevención, vigilancia epidemiológica y atención primaria, sufrirá un recorte de más de 36 mil millones de pesos en 2026 respecto a su nivel de 2024.
| Año | Presupuesto asignado a Salud | Variación |
|---|---|---|
| 2024 | $95,825 millones | — |
| 2026 | $59,000 millones | –$36,825 millones |
El recorte equivale a eliminar más de una tercera parte del presupuesto operativo del sector, afectando programas clave como obesidad, VIH y vigilancia epidemiológica.
A esto se suma la reducción en el gasto per cápita para población sin seguridad social, que pasa de $4,609 a $4,412 pesos anuales.
En otras palabras: el gobierno gasta más en dar dinero que en curar a sus ciudadanos.
Prioridades distorsionadas
Mientras el campo y la salud pública enfrentan el abandono, el gasto en programas de transferencia directa crece a niveles récord, consolidando un esquema de dependencia política más que de desarrollo estructural.
El mensaje es contundente: el presupuesto de la “transformación” ha preferido los aplausos sobre las soluciones.
Y mientras tanto, el país se enferma, se endeuda y produce cada vez menos.
