El trabajo de Miguel Ángel Madrigal ha explorado las posibles condiciones formales de la coincidencia en tanto que unión de dos entidades: si algo coincide con otros, se unen. La coincidencia entonces, es el principio constructivo que opera desde la adecuación de algunos de los lados de esos dos que se unen. La adecuación, por su lado, puede implicar que ese lado se contagia o se expande.
Partir de esta perspectiva, implica reconocer que dicho principio no sólo puebla la arquitectura, y el mundo de los objetos hechos para sostener algo, sino que la unión y los modos imaginados para su realización están en lo más íntimo de nuestras propias uniones con lo real.
La exhibición presenta así una serie de esquemas de coincidencia que podrían aparecer como un grupo de experimentos formales sobre los modos de construcción escultórica, pero cuya vocación ulterior es exponer esas metaconstrucciones que sostienen nuestras relaciones; por un lado develándolas, y por otro creando adecuaciones, como una puesta en práctica de teorías casi matemáticas sobre la materia. De estos esquemas podemos pensar ¿son partituras que ordenan nuestros vínculos?