Hace unos cuantos días me di a la tarea de hacer una pequeña encuesta en mi cuenta de Instagram, en la que preguntaba: «¿Se puede ser rockero y que te guste el reggaetón? (argumente su respuesta)».
Los resultados fueron del todo inesperados y me hicieron replantearme el poco efecto que tienen los estereotipos en las generaciones más jóvenes, y sobre todo, lo mucho que contrastan con la idea de rockeros contra poperos que tanto auge tuvo en el pasado.
Hoy en día, y cada vez más, estamos acostumbrados a escuchar y consumir más y más tipos de música sin detenernos a pensar en el qué dirán.
Esto me parece una de las mejores noticias, pues la mente no hará nada más que abrirse a horizontes que antes tenían límites. Para un ochentero, el límite tal vez era Bon Jovi; de ahí en adelante, Duran Duran ya era ‘muy fresa’.
Hoy en día a pocos les importa cómo se verán escuchando (o bailando) reggaetón y que inmediatamente después en su playlist aparezca Marilyn Manson, seguido de La Banda MS. Ése no es el futuro.
Es el presente. La industria se regirá con base en el éxito de sus productos, y no en géneros -aunque claro, algunos serán más exitosos que otros, y eso les dará cierta prioridad-.
Tal vez por eso es cada vez más difícil encontrar contenidos que estén específicamente dirigidos y dedicados a un género musical en especial. Y por eso es que los que sí están, son tan apreciados.
Con este motivo, ahora me permito hacerle la misma pregunta a usted, querido lector. ¿Tiene los mismos prejuicios de hace años?
Mi opinión es que si somos lo que escuchamos, lo que leemos, vemos y hasta comemos… me gustaría ser la persona más completa posible.