Desde que el escándalo de Cambrige Analytica se dio a conocer, en ¡Qué tal, Fernanda! iniciamos la cobertura de lo que ha ocurrido con el desplome de las acciones de Facebook, las miles de cuentas que se han cerrado y ayer mismo di la noticia de cómo Steve Wozniak, cofundador de Apple, anunciaba que había eliminado su perfil y afirmó en un correo electrónico enviado al diario US Today:
“Apple obtiene dinero a través de buenos productos, no de ti. En Facebook tú eres el producto.”
Mark Zuckerberg dijo al Congreso de Estados Unidos en un testimonio por escrito: “Ahora esta claro que no hicimos lo suficiente para impedir que estas herramientas fueran usadas para hacer daño”.
Zuckerberg se suma a la lista de empresarios que tienen que dar explicaciones ante una audiencia conjunta de las comisiones de Judicatura y Comercio del Senado este martes por la tarde y mañana tendrá otra audiencia con la comisión de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes.
Toda la información que hemos presentado en ¡Qué tal, Fernanda! sobre este tema y muchos otros vinculados con delitos y peligros de las redes sociales, está relacionada con la seguridad de nuestros datos, identidad e incluso con el grado de vulnerabilidad al que estamos expuestos desde el momento en que activamos un teléfono celular y descargamos cualquier aplicación vía internet.
Tratándose de las redes sociales, esto es mucho más peligroso porque bajo este concepto de “socializar”, caemos en un gran error a la hora de entregar los datos de quiénes somos, cómo nos llamamos, quiénes son nuestros familiares, mejores amigos, compañeros de trabajo, en dónde comemos, a qué hora vamos a determinado lugar y en dónde queda, etc.
Uno de los mayores errores es de verdad creer que por internet socializamos bajo el mismo concepto que tenemos, o por lo menos que deberíamos tener, de lo que es socializar. No sé para ustedes, pero para mí socializar implica escuchar la voz de la persona con quien platico, vernos, no sólo sabernos sino percibirnos por los sentidos.
Detrás de un avatar, una foto, una cuenta y un chat puede estar cualquier persona tecleando un texto o enviando un mensaje en una conversación. ¿Cuántas noticias recuerdas de fraudes por medio de redes sociales? ¿Cuántos crímenes de odio, racismo o feminicidio se han registrado por criminales que contactaron a su víctima por una aplicación para -supuestamente- conocer gente?
¿Sabes el número de niños y adolescentes que han sido contactados por mafias de pornografía infantil o prostitución en estos medios? ¿Cuántos casos vemos de fotos y videos privados, sexuales o demasiado íntimos, que son enviados por redes sociales y terminan publicados a la vista de todos? ¿Cuántas personas sufren bullying o se han suicidado por acoso cibernético?
Andrés Oppenheimer nos habló por primera vez de la filtración de datos personales en la empresa Cambridge Analytica. Al siguiente día Gonzalo Oliveros nos explicó a detalle cómo fue orquestado el engaño para obtener los datos de 50 millones de usuarios de Facebook y después pusimos sobre la mesa la pregunta de qué tanto tiene que ver esta empresa con las elecciones en México también.
¿Se dan cuenta que al final eso de “socializar” en redes, en internet, ya está muy por debajo de lo que pensamos que es y para lo que supuestamente las utilizamos?
Al día de hoy, que algo se vuelva viral en internet es increíblemente rápido y fácil, sea verdad o mentira, para beneficio o perjuicio de quien sea. Y vamos específicamente al tema de los retos en las redes sociales.
Creo que muchos recordamos el Ice Bucket Challenge, este reto que consistía en tirarse encima un cubo de agua con hielos y surge como una campaña solidaria con los enfermos de esclerosis lateral amiotrófica. O el Mannequin Challenge de octubre pasado, cuando una usuaria de Twitter publicó un video donde un grupo de estudiantes se quedan paralizados como si fueran maniquíes.
Para ciertas personas resultaron divertidos, para otros causas nobles y para algunos una reverenda tontería, pero lo cierto es que hasta ese momento y en esos casos, los retos se caracterizaban por una solidaridad y amabilidad, que ahora contrastan terriblemente con lo macabros y peligrosos que se han vuelto los retos en internet.
Entre los más dementes está el Salt and Ice Challenge, que consiste en ponerse sal en alguna parte del cuerpo y luego encima hielo. La reacción química que resulta de esta combinación provoca quemaduras en la piel debido a que esa zona queda a 21 grados bajo cero. El reto es ver quién aguanta más tiempo el dolor y presumirlo con un video en Twitter, Facebook o Youtube.
Y qué tal el reto que inventó Karabo Mnisi, un joven sudafricano de 18 años, que pedía fingir la escena de tu muerte y publicar las fotos en las redes sociales. A esto lo llamó Dead Pose Challenge. Inició en su página de Facebook y Mnisi publicaba las fotos que consideraba más logradas de las que le enviaban.
El joven que además de ser acusado de satanismo en su país, ha sido señalado como un promotor de la brutalidad y de ser insensible ante las quejas que recibía, tuvo que retirar las fotos más realistas para que no le suspendieran la cuenta.
En este caso habrá quien diga que no es peligroso si todo es simulado, pero cuidado con las ideas que promueve y lo que se le puede ocurrir a un niño o adolescente. También hemos visto noticias de gente que fingiendo suicidios para estos retos absurdos terminan con su vida por un accidente.
Es por eso que en este periodismo de vida hoy te pregunto a ti que me escuchas en ¡Qué tal, Fernanda!:
¿Qué cuidado tines al estar navegando en internet e interactuar en tus redes sociales? ¿Te ha pasado algo desagradable por el uso de las redes? ¿Cómo controlas lo que hacen tus hijos en estos lugares virtuales? Escríbeme a las redes de QTF y comparte tus opiniones.