Como casi todas las noches, una vez que termina la cena y todos se van a sus respectivas habitaciones, Herminia camina sigilosa hasta el pasillo del primer piso.
En silencio y con mucho cuidado para no ser descubierta, pega la oreja a la puerta de Manuel, intentando escuchar algo que le explique por quĂ© las Ășltimas semanas lo ha visto tan misterioso.
Pero del otro lado de la puerta pareciera que no hay nadie. Incluso, Herminia piensa que tal vez ya se durmiĂł su hijo.
Cuando estĂĄ a punto de irse, un olor penetrante llega hasta a su nariz.
¿De qué se trata? Del mismo olor que recuerda de sus años de juventud.
Sin pensarlo un segundo, Herminia abre la puerta de Manuel de golpe y los sorprende con el cigarro de marihuana en la boca, a un lado de la ventana abierta por donde lanza el humo para que no se encierre en la habitaciĂłn.
-â!AsĂ que en eso andas! Con razĂłn te noto raro en las noches, corriendo a tu cuarto despuĂ©s de cenarâ, le grita enfurecida Herminia a Manuel.
Acto seguido, Herminia camina furiosa hasta Manuel, le arrebata el cigarrillo y lo lanza por la ventana.
-âÂĄMamĂĄ, ÂżquĂ© haces?â, le reclama Manuel, alzando la voz.
Herminia respira unos segundos para no darle una cachetada y contesta:
-âQuitarte de la boca ese vicio. ÂżNo ves que dicen que es malo y te mata las neuronas?â
A lo que su hijo de 17 años le contesta sarcåstico:
-âPues yo no veo que tĂș tengas problemas de neuronas de menos. Y eso que tambiĂ©n le entrabas a la marihuana de joven.â
Al escuchar esto, Herminia se quiere morir. Estå segura que su esposo habló con Manuel y le contó que durante los años 70 ambos participaron en movimientos hippies y, como muchos jóvenes de la época, también fumaron marihuana.
-âNo sĂ© de quĂ© me hablasâ, contesta titubeante Herminia.
Pero Manuel se rĂe sin malicia, la abraza de los hombros y le dice cariñoso:
-âNo te hagas, Herminia. Ya me contĂł mi papĂĄ que bien que le entraban a la cannabis. Y eso de que te mata neuronas es un mitoâ.
-âÂżY cĂłmo sabes que no?â, le pregunta Herminia preocupada.
Manuel se sienta con su mamĂĄ en la cama y con paciencia y tranquilidad le explica:
-âEn primera, porque ni tĂș ni mi papĂĄ se quedaron tontos por unas fumadas. Y en segunda, porque muchos estudios serios hablan de que puede afectar tu memoria a corto plazo y en cantidades muy grandes, pero que no mata las neuronas.â
Herminia lo piensa un momento y se da cuenta que efectivamente, ella no resultĂł afectada. Pero mamĂĄ al fin, no puede dejar de preocuparse por Manuel y le dice con mucha honestidad:
-âBueno, dicen que hasta se usa para las reumas y la epilepsia. ÂĄPero por algo es ilegal!â
Manuel le contesta muy serio:
-âEs ilegal por muchos de esos prejuicios y porque al igual que el cigarro y el alcohol, si abusas de ella sĂ te puede perjudicar. Pero verĂĄs que un dĂa serĂĄ de lo mĂĄs normal echarte un cigarrillo de marihuanaâ.
-âEso nunca va a pasarâ, le contesta Herminia con mucha seguridad.
En este periodismo de vida, esta historia que te cuento es algo muy comĂșn en varios adolescentes y jĂłvenes que se dan sus mañas para fumarse un cigarro de marihuana a espaldas de sus papĂĄs.
Pero, Âżte has puesto a pensar que lo prohibido muchas veces resulta tan atractivo y misterioso para los adolescentes, que por el solo hecho de probarlo y atreverse caen en vicios?
Independientemente de los estudios actuales que comprueban muchos beneficios medicinales de la marihuana y que en cantidades moderadas no daña de manera permanente el cerebro, el consumo a escondidas y la novedad son factores que sà pueden conducir a nuestros hijos a adquirir vicios y poner en riesgo su integridad.
El tema es controversial y siempre habrĂĄ dos posturas: los que dicen que bajo ninguna circunstancia se debe legalizar la marihuana, y los que promueven lo contrario en el uso medicinal y recreativo.
Existe un caso muy particular de un paĂs donde se realizĂł un experimento en 2001 para abolir la criminalizaciĂłn en el uso y posesiĂłn de drogas para consumo personal.
Estoy hablando de Portugal, que en abril de el año 2001 y durante 10 dĂas se cambia la cĂĄrcel por una multa a quien sea sorprendido con alguna droga para consumo propio. Dinero que se usa para programas de prevenciĂłn y tratamiento de adicciones.
En lugar de gastar millones en operativos policiacos o en perseguir y encerrar consumidores, el gobierno invierte todo ese dinero en educar a los jĂłvenes para que no se vuelvan adictos y en ayudar a los que ya lo son.
¿Qué se esperaba? Seguramente muchos ya tenemos varias ideas. Pero, ¿qué creen?
El consumo no se elevó ni las mafias de narcotraficantes se adueñaron de las calles.
Actualmente, consumir drogas en Portugal continĂșa siendo ilegal, pero la persona que es detenida con droga para su consumo personal, en lugar de ir a la cĂĄrcel, ahora entra a un programa de tratamiento para su adicciĂłn o paga una multa.
Pero la novedad es que esta sanciĂłn econĂłmica no es impuesta por un juez, sino por organismos sociales para la prevenciĂłn y tratamiento de adicciones.
Esto no significa que el narcotrĂĄfico no se persiga, esto sigue penalizado y se condena cuando la persona tiene sustancias prohibidas que exceden la cantidad necesaria para el consumo medio individual durante 10 dĂas.
Es decir, en Portugal se acepta como consumo personal entre 15 gramos de cocaĂna y heroĂna, y 20 gramos de cannabis. Sin embargo, el cultivo de marihuana sigue con la pena de prisiĂłn.
Cifras actuales indican que el consumo de heroĂna en Portugal de la poblaciĂłn menor de 34 años bajĂł un 70%. El consumo de mariguana cayĂł tambiĂ©n un poco, pero se retrasĂł considerablemente la edad en que comienzan su uso, que antes era entre 12 y 13 años.
Lo que sĂ muy importante mencionar, es que las tasas de infecciones de VIH bajaron considerablemente. Lo mismo los casos de muerte por sobredosis, ya que ahora se considera a los adictos de alguna droga como enfermos y no como criminales.
En este periodismo de vida te pregunto: ÂżCrees que en MĂ©xico podemos hacer esto? ÂżQuĂ© consecuencias traerĂa para MĂ©xico si copiamos el ejemplo de Portugal?
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