En la autodenominada Cuarta Transformación, la “justa medianía” no es un principio moral… es una burla.
Esta semana, Andy López Beltrán, hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador, intentó justificar su lujoso viaje familiar a Tokio asegurando que lo pagó con su propio dinero, “viviendo en justa medianía”. Solo el hotel costó 7,500 pesos por noche. El vuelo, más de 120 mil pesos en total. Hicimos las cuentas: ese viaje familiar equivale a 22 meses de salario mínimo.
Pero mientras todos hablaban de Andy, en Hermosillo y en la Cámara de Diputados se destapaba otro escándalo. Uno que combina ropa de diseñador, relojes de cientos de miles de pesos, cirugías estéticas, contratos públicos y simulaciones millonarias.
Se trata de Karina Barreras, diputada federal por el Partido del Trabajo (PT), aliado político de Morena en la 4T. Pidió que se le refiriera como «Dato Protegido», el término proviene de una resolución del Tribunal Electoral, que ordenó proteger su identidad en un caso de violencia política de género en su contra. Sin embargo, lo que fue en su momento una medida legal legítima, se ha transformado en símbolo viral de cinismo e impunidad. Para muchos usuarios, el apodo «Dato Protegido» se ha convertido, paradójicamente, en un mecanismo para invisibilizar a quien acumula lujos inexplicables, evade cuestionamientos y se escuda tras instituciones que no exigen rendición de cuentas.
Son servidores públicos y visten como influencers
Junto a su pareja, el diputado morenista Sergio Gutiérrez Luna, Barreras ha sido exhibida por ostentar un estilo de vida que sería difícil de costear incluso para un CEO, mucho menos para un legislador con sueldo neto de poco más de 100 mil pesos mensuales.
Ambos acumulan compras por millones: bolsas Prada, relojes Cartier, zapatos Louboutin, chamarras Ferrari, joyería Tiffany, lentes Gucci, ropa de diseñador… Todo mientras presumen sencillez, cercanía con el pueblo y se graban repartiendo cobijas desde una Buick Enclave valuada en más de 325 mil pesos.
Algunos de los gastos más extravagantes documentados
Artículo | Marca / Descripción | Valor estimado |
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Anillo de compromiso | Tiffany | $1,116,000 |
Cuadro de arte | Vladimir Cora (pintor mexicano) | $700,000 |
Reloj de lujo | Hublot Big Bang | $681,000 |
Relojes Cartier | Santos / Infinite / Tank / Juste un Clou | $575,000+ |
Bolsa de diseñador | Prada Galleria | $100,000 |
Vehículo SUV | Buick Enclave | $325,000 |
Anillos y collares adicionales | Cartier, Tiffany, Botegga Veneta | $500,000+ |
Chamarras de lujo | Moncler, Balenciaga, Ferrari | $150,000+ |
Zapatos de diseñador | Christian Louboutin, D&G, Ferragamo | $100,000+ |
Contrato de obra pública adjudicado | A nombre de una enfermera estatal | $6,000,000 |
El verdadero rostro de la “justa medianía”
Pero el problema no es solo el lujo. Es de dónde viene el dinero.
Según documentos del INE, en la pasada campaña electoral, Karina Barreras reportó gastos por servicios prestados por una supuesta enfermera del estado, Karla Judith Dávila Sasuán, quien aparece como proveedora de servicios de “logística” y “publicidad” para su campaña.
Lo curioso es que esa misma persona figura como trabajadora de base del Gobierno de Sonora, con un sueldo mensual de apenas 6,125 pesos. Y aún más grave: también aparece como contratista de obra pública, beneficiada con un contrato por 6 millones de pesos adjudicado directamente por el Instituto Sonorense de Infraestructura Educativa (ISIE). El contrato ISIE-FAMEB-22-084 incluye firma oficial, fechas, montos y conceptos.
Una trabajadora del sector salud estatal, con sueldo mínimo, se convirtió en proveedora de campañas políticas y constructora millonaria en cuestión de meses. Todo perfectamente documentado.
¿Y el domicilio fiscal?
El domicilio fiscal registrado por la empresa de Karla Judith Dávila Sasuán es Paseo de las Fuentes número 49, Hermosillo. Hasta hace unos meses era una vivienda modesta, con autos usados afuera. Hoy, tras los contratos, luce fachada remodelada, vehículos nuevos y actividad comercial visible.
Riqueza inexplicable, silencio conveniente
La pareja de diputados no ha dado declaraciones sobre el origen de su estilo de vida, ni sobre los vínculos entre proveedores, campañas y gobierno estatal. Tampoco Morena, ni el PT, ni el gobierno de Sonora encabezado por Alfonso Durazo, han hecho algún deslinde.
Mientras tanto, los ciudadanos ven cómo quienes deberían representar al pueblo usan sus cargos para enriquecerse, disfrazando negocios como campañas y usando recursos públicos para financiar relojes, cirugías y arte de galería.
El discurso de la “justa medianía” suena bien en la mañanera. Pero en los hechos, lo que vemos es un saqueo disfrazado de transformación.
Esta nota se elaboró con base en una investigación ciudadana recopilada en Twitter por el usuario @jorgegogdl, quien documentó con imágenes, contratos oficiales y fuentes públicas el entramado de lujos y contratos vinculados a Karina Barreras y Sergio Gutiérrez Luna.