Aline Hunziker, una trabajadora de un bar de Oaxaca, tuvo la brillante idea de fabricar un tipo de popote distinto a los de plástico, ya que el recinto en el que, laboraba, consumían más de 500 popotes semanalmente.
Al conocer el grado contaminante de este artículo, Hunziker creó los popotes de carrizo, que tienen la misma función, pero a pesar de tener una vida más larga, no contaminan.
El proyecto lo inició junto a una amiga y otras personas originarias del Valle de Oaxaca, quienes potenciaron la idea.
Para su creación, primero cortan los carrizales, luego hacen los tubos de una medida estándar, y lo taladran por dentro para dejar libre el tubo. Posteriormente, los lavan, desinfectan, empacan y los comercializan.
El producto ya cuenta con clientes extranjeros que acuden a comprarlos. La idea busca sustituir los más de 50mil popotes de plástico cada mes.