En su discurso de asunción presidencial, Donald Trump emitió un mensaje marcado por un proteccionismo agresivo, que, al menos en las palabras, acaba con más 70 años de defensa e imposición en el mundo de los valores de la democracia liberal y el libre mercado.
“A partir de este día, va a ser solo Estados Unidos primero. Estados Unidos primero”, expresó desde las interminables escalinatas del Capitolio. “Todas las decisiones sobre comercio, impuestos, inmigración y asuntos exteriores se harán para beneficiar a los trabajadores y a las familias estadunidenses”, advirtió.
Durante los 16 minutos de discurso, Trump reafirmó que su gobierno seguirá “dos reglas sencillas: comprar productos estadunidenses y contratar a ciudadanos estadunidenses”.
En el caso de la política exterior, dijo que buscará crear “amistad” con países, pero siempre bajo la premisa de que los intereses estadunidenses están “primero”.
“Reforzaremos viejas alianzas y formaremos nuevas. Y uniremos el mundo civilizado contra el terrorismo radical islámico, al que erradicaremos completamente de la faz de la tierra”, dijo el nuevo presidente.
El empresario insistió en atacar a la clase política, tal como lo hizo durante la campaña: “Hoy no estamos meramente transfiriendo el poder de una administración a otra, o de un partido a otro, sino que lo transferimos de Washington DC y se lo devolvemos a ustedes, al pueblo”. Y agregó que mientras Washington y sus políticos “prosperaban, las familias trabajadoras tenían poco que celebrar”, pero eso “cambia aquí y ahora”, prometió.
“El 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el pueblo volvió a ser el gobernante de esta nación. Los olvidados hombres y mujeres de nuestro país ya no lo serán más. Todo el mundo les está escuchando ahora”, clamó.
Con información de La Crónica de Hoy