Durante una entrevista, la senadora de Morena Andrea Chávez restó importancia al reciente descarrilamiento en Izamal del Tren Maya, argumentando que este tipo de “percances de vía” deberían ser comunes en México. Según ella, los mexicanos simplemente no estamos acostumbrados porque no hay trenes de pasajeros en el país. Esta postura no solo normaliza los incidentes, sino que refleja una falta de responsabilidad inaceptable cuando hablamos de seguridad.
En sus propias palabras: “Todos los años hay percances de vía. Por ejemplo, en 2022 hubo uno en Choix (Sinaloa), en 2021 hubo dos en Divisadero (Chihuahua)… estamos desacostumbrados a este tipo de percances porque no hay trenes de pasajeros en nuestro país”.
Esta justificación suena más a un intento por atenuar la gravedad del hecho que a una reflexión responsable. Enfrentamos un proyecto con frecuentes fallas mecánicas, posibles riesgos eléctricos y fallos en infraestructura crítica que, aunque no dejaron heridos en este caso, podrían costar vidas humanas en el futuro.
No podemos acostumbrarnos a la inseguridad. Una sociedad que acepta recurrentemente accidentes ferroviarios como parte del paisaje, está aceptando una cultura de vulnerabilidad que debe revertirse con urgencia.