Exmilitar estadounidense enferma por vacuna Covid-19

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Karoline Stancik, una exmilitar estadounidense de 24 años, ha levantado una polémica al atribuir su enfermedad cardíaca a la vacuna contra el Covid-19 desarrollada por Moderna. Stancik, quien fue dada de baja del Ejército de Estados Unidos hace dos años, asegura que su condición médica se desarrolló después de recibir la vacuna mientras estaba en servicio activo.

Según Stancik, antes de ser inoculada con la vacuna en 2021, no presentaba síntomas de ninguna afección cardíaca. Sin embargo, tras recibir la dosis, comenzó a experimentar síntomas preocupantes que llevaron a su diagnóstico de síndrome de taquicardia ortostática postural (POTS), una condición que quedó documentada en un informe de las Fuerzas Armadas.

La exmilitar compartió esta información con la periodista Catherine Herridge, quien la difundió a través de su cuenta en la red social X. «Stancik, que se sometió a una cirugía de marcapasos a principios de este mes, dice que nunca tuvo una prueba positiva para Covid-19», afirmó Herridge. Sin embargo, un portavoz del Ejército cuestionó las circunstancias de la liberación de Stancik del servicio activo y señaló que el término «daño por vacuna Covid» carece de pruebas objetivas y parámetros clínicos claros.

El informe militar sobre Stancik mencionó un posible vínculo entre la vacuna contra el Covid-19 o una infección por el virus con una «condición cardíaca debilitante». Sin embargo, también indicó que esta condición podría haberse agravado en personas con predisposición preexistente, lo que ha alimentado teorías de conspiración sobre los efectos de las vacunas.

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Karoline Stancik detalló sus síntomas tras recibir la primera dosis de la vacuna: «Sentí como una sensación de ardor en todo el cuerpo… Sentí como si se me estuviera formando un globo en el pecho«. Posteriormente, experimentó dolor en el pecho, tos, presión en las fosas nasales y dolores de cabeza. Estos síntomas se intensificaron tras la segunda dosis, desarrollando dificultad para respirar, dolor neuropático severo y una frecuencia cardíaca acelerada.

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Pese a sus afirmaciones, Stancik insiste en que su caso no es parte de una campaña antivacunas contra el Covid-19: «Mi historia, mi salud, es mía», subrayó. Su experiencia, sin embargo, pone de relieve la necesidad de continuar investigando los efectos secundarios potenciales de las vacunas y de mantener un diálogo abierto sobre la seguridad y eficacia de los tratamientos médicos.

La controversia en torno al caso de Karoline Stancik plantea preguntas importantes sobre la transparencia y la responsabilidad en la administración de vacunas.

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