El Hospital Presidente Juárez, uno de los centros de atención más importantes de Oaxaca, atraviesa una crisis que ya no puede ocultarse. Trabajadores denuncian desabasto de insumos, fallas operativas graves y un clima de violencia creciente contra el personal médico. A esto se suma un hecho alarmante: áreas suspendidas por Cofepris continúan operando por órdenes de la propia dirección.
José Manuel Andrade, delegado del hospital, describe un panorama que compromete directamente la salud de los pacientes y la integridad del personal. “No se cuenta con la seguridad en quirófanos, con la seguridad para estar preparando las dietas hacia los pacientes que están internados”, explica. No se trata de una simple falta de recursos; es un deterioro estructural que afecta desde los procedimientos más básicos hasta la operación diaria.
La situación llegó a un punto crítico cuando la Cofepris colocó sellos de suspensión en áreas clave como quirófanos y farmacia, tras detectar riesgos sanitarios que ponían en peligro tanto a pacientes como al personal. Sin embargo, lejos de detener las actividades, Andrade afirma que estos espacios siguen funcionando por instrucciones directas de la dirección del hospital. En otras palabras, se está operando en zonas oficialmente suspendidas.
El personal acusa que esta operación irregular expone a todos: pacientes sometidos a cirugías sin condiciones óptimas, trabajadores obligados a desempeñar funciones en áreas que no cumplen con estándares mínimos y un sistema de salud local que prefiere ignorar el riesgo antes que enfrentar la crisis de frente.
El delegado es claro: “Es un tema que no depende de nosotros, depende totalmente de las autoridades”. El problema no es la voluntad del personal médico, sino la ausencia absoluta de respaldo institucional, la falta de insumos, la negligencia administrativa y un abandono que se ha vuelto costumbre en el sector salud.
Mientras tanto, las agresiones contra el personal han aumentado, producto de la frustración de familiares y pacientes que exigen servicios que el hospital ya no está en condiciones de brindar. Lo que ocurre en el Presidente Juárez no es un incidente aislado; es el retrato de un sistema colapsado donde la falta de recursos, la improvisación y la negligencia oficial empujan a los hospitales al borde del desastre.
El foco está ahora sobre las autoridades estatales y federales: ¿por qué se permiten operaciones en áreas suspendidas por riesgo sanitario? ¿ quién asumirá la responsabilidad si ocurre una tragedia? Cada día que pasa, el hospital opera en una zona gris que amenaza con convertirse en crisis mayor.

