El representante de Unicef en México, Fernando Carrera Castro, celebró las nuevas medidas implementadas por el gobierno mexicano para garantizar el derecho de niñas, niños y adolescentes a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad en las escuelas públicas. Este esfuerzo busca combatir los crecientes problemas de malnutrición que afectan al país, con un enfoque especial en la obesidad y el sobrepeso infantil, que preocupan tanto por sus efectos inmediatos como por sus consecuencias a largo plazo.
Alimentación y aprendizaje: una relación clave
Carrera Castro destacó la importancia de una buena alimentación en los procesos de aprendizaje, subrayando que una dieta equilibrada no solo mejora la salud física, sino también el rendimiento cognitivo de los estudiantes. «Al garantizar espacios saludables en los planteles educativos, no solo promovemos el bienestar físico, sino también el éxito académico y el desarrollo integral de nuestros niños y adolescentes», señaló.
Con la implementación de estas medidas, se busca transformar las escuelas en entornos que fomenten hábitos saludables, como el consumo de agua natural y la restricción de alimentos con bajo valor nutricional. Estas acciones se enmarcan en una estrategia nacional para mejorar la nutrición de los menores y generar un cambio cultural en torno a la alimentación.
Un paso adelante contra la malnutrición infantil
La malnutrición en México es un problema grave y complejo, que abarca tanto la desnutrición como el sobrepeso y la obesidad. Fernando Carrera destacó que las nuevas políticas del gobierno son «pasos importantes» para enfrentar estos desafíos. En el contexto de un país donde las tasas de obesidad infantil se han disparado, las escuelas se convierten en espacios cruciales para fomentar una alimentación saludable y conductas que perduren a lo largo de la vida.
Unicef refrendó su compromiso con el gobierno mexicano en la creación de entornos más saludables, apoyando en la implementación de estas iniciativas y promoviendo una colaboración intersectorial. Según Carrera, el éxito de estas políticas no depende solo del gobierno, sino de una responsabilidad compartida entre las familias, las empresas, la sociedad civil y las universidades.
Impacto a largo plazo: más allá de la salud
Carrera subrayó que la obesidad y el sobrepeso infantil no solo afectan la salud física de las niñas y niños, sino que también tienen repercusiones a largo plazo en el desarrollo humano y económico de México. Si no se combate eficazmente este problema, las futuras generaciones enfrentarán mayores riesgos de padecer enfermedades crónicas como diabetes y problemas cardiovasculares, lo que afectará la productividad y los recursos del sistema de salud.
La colaboración entre el sector público y privado será clave para garantizar que las políticas de alimentación saludable sean sostenibles y efectivas. Es por ello que el representante de Unicef hizo un llamado a todos los sectores para unirse en la creación de una cultura alimentaria que beneficie no solo a los niños de hoy, sino también al futuro del país.