La otra cara de la contingencia

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En Sonora no todos los héroes llevan capa, algunos llevan un cubrebocas, guantes aislantes y portan gel antibacterial.

Con todo y las medidas de prevención ante la contingencia para frenar el índice de propagación del virus COVID-19, en Sonora existen personas para quienes quedarse en casa, simplemente no es una opción.

Carmen Cecilia Amparano Chávez, trabaja como guardia de seguridad en un supermercado de Hermosillo, de ella depende la seguridad de los clientes, empleados y de la tienda completa, sin embargo, esa no es su mayor preocupación.

A la madre de cuatro mujeres, una de ellas con Síndrome de Down, le es imposible ausentarse de sus labores y resguardarse en casa, pues necesita llevar dinero a su hogar para darle de comer a sus hijas.

“Tengo que salir a trabajar a fuerzas. No tengo dinero extra, ni despensa extra”, comentó Carmen, quien asegura que en la tienda en la que labora no ha dejado de acudir gente, lo que la vuelve propensa a padecer coronavirus.

“Claro que me da miedo llegar a mi casa y que mis hijas me quieran dar un beso. Llego, me quito los zapatos y la ropa que traigo encima, me lavo las manos y la cara y ya puedo saludar a mis niñas”, agregó.

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Dicho caso es parecido al de Karina Vela, quien despacha en una gasolinera y quien también es el único sustento de sus hijos.

Karen es madre soltera y tiene horarios rotativos, sin embargo, decidir aislarse por completo y quedarse a salvo en su hogar con su familia, implicaría dejar de percibir el único ingreso que mantiene a sus hijos.

“Soy madre soltera y llevo los gastos de mi casa, pago renta y tengo tres hijos”, comentó la trabajadora de la gasolinera, quien afirmó que ha observado que las ventas han disminuido y además un comportamiento inusual en muchos ciudadanos en Hermosillo.

“He visto que han bajado las ventas debido al coronavirus y algunas personas están algo paranoicas con cubrebocas y guantes”, señaló.

Otro ejemplo es Viridiana García, quien es propietaria de una tienda de planchado con servicios de tintorería en la capital de Sonora y lo que más preocupa, es la situación económica de sus dos empleados.

La modalidad de pago en el mencionado sector es por prenda planchada, lo que ha complicado la situación en su negocio a raíz de los casos positivos confirmados en Sonora, pues ha resultado difícil reunir el salario de sus trabajadores.

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“Las personas que planchan viven del diario, si yo cierro, ellos se quedan sin dinero para sus gastos. Ganan por lo que hacen”, dijo Viridiana, quien agrega que desde que fueron anunciadas las medidas preventivas ante la contingencia, sus ventas se han reducido un 70 por ciento.

Por otra parte, Jorge Iván Morales, quien atiende una farmacia genérica justo a un costado de una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social, en la capital sonorense, afirma que su labor es necesaria ya que para la ciudadanía es una necesidad adquirir medicamentos, aunque sea época de pandemia.

“Nosotros tenemos que venir a trabajar, porque es una farmacia, sino ¿quién va atender?, siempre habrá enfermos, siempre vamos a tener que estar dando el servicio”, puntualizó.

De igual manera, José Antonio Muro, quien posee una carreta de tacos de cabeza, barbacoa y chicharrón, dibuja un panorama complicado ante la histórica contingencia, pues prescindir de sus actividades no será una tarea sencilla si la pandemia se agrava.

“Dejar de trabajar tanto tiempo es prácticamente imposible, porque vivimos de la venta diaria y es como manejamos el negocio”, puntualizó.

Información de Notimex

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