Representantes de la Iglesia católica esperan la publicación de una de las investigaciones más amplias jamás llevadas adelante en los EEUU sobre el abuso de menores por parte de clérigos. El reporte de más de 800 páginas elaborado por un gran jurado detalla 70 años de conducta inapropiada y a la vez evalúa la respuesta de la Iglesia en el estado de Pensilvania.
Su difusión es la culminación de una investigación que demandó 18 meses, liderada por el fiscal general del estado, Josh Shapiro, sobre seis de las ocho diócesis del estado, entre las que se encuentran Harrisburg, Pittsburgh, Allentown, Scranton, Erie and Greensburg. Además, sigue el camino marcado por otros reportes estatales de gran jurado que revelaron abusos y encubrimiento en otras dos diócesis.
Los desafíos legales asociados a los aproximadamente 300 clérigos nombrados en el reporte han demorado su salida, luego de que algunos alegaran que este violaba sus derechos constitucionales. La Corte Suprema de Pensilvania determinó el mes pasado que el reporte debe ser compartido pero con algunos cambios en su redacción. La decisión fue tomada luego de que al menos diez organizaciones noticiosas, entre las que se incluyen el Washington Post, demandarán su liberación.
El reporte revivió una crisis que muchos en la Iglesia pensaron y esperaron había terminado hace casi veinte años, luego de que el escándalo saliera a la luz en Boston. Pero los recientes casos de abuso que tuvieron lugar desde Chile a Australia, han reabierto cuestionamientos profundos sobre la responsabilidad además de plantearse si los oficiales de la Iglesia todavía siguen encubriendo crímenes en los más altos niveles.
La nueva ola de acusaciones ha hecho que se cuestione el manejo del papa Francisco sobre los abusos, a medida que muchos católicos buscan que el religioso ayude a recuperar la credibilidad de la Iglesia. El historial de su accionar ha sido variado, algo que muchos atribuyen a su período de aprendizaje o limitaciones, mientras que otros hablan de la resistencia proveniente de una institución notoriamente reacia a los cambios.
El reporte del gran jurado de Pensilvania llega tras la renuncia el mes pasado del cardenal Theodore McCarrick, una eminente figura de la Iglesia en los EEUU y ex arzobispo de D.C. quien ha sido acusado de abusar sexualmente menores y adultos durante décadas. Ambos casos han hecho que la Iglesia se encuentre divida en lo que respecta a temas como homosexualidad, celibato y si las personas laicas deberían tener más poder. También ha iniciado un debate sobre si estatutos o limitaciones deberían ser ampliadas.
«Estamos lidiando con una lucha de larga data, no sólo sobre el significado de la justicia, sino sobre el de la memoria» dijo Jason Berry, reportero y autor que ha cubierto casos de abuso sexual durante décadas. «Se trata de saber qué tan honesta ha sido la Iglesia sobre esta crisis. La mayoría de los obispos, además de ofrecer sus disculpas, no han impulsado un cambio».
Los representantes de la Iglesia ya han comenzado a prepararse para las consecuencias de la publicación del reporte. El lunes, el arzobispo de D.C., cardenal Donald Wuerl, antiguo líder de la diócesis de Pittsburgh, alertó a los sacerdotes con una carta en la que se refiere a la investigación como «profundamente perturbadora».
El foco estará puesto en quienes serán implicados por el reporte. El Post-Gazette reportó que este revela no solo cómo «los obispos manejaron o manipularon los casos de sacerdotes abusivos, sino si estos además recibieron ayuda de líderes de la comunidad política para obstruir a la justicia».
Reportaje de The Washington Post