Tras la prohibición del uso de animales en espectáculos circenses, ¿saben el paradero final de las bestias? Al parecer no fue uno bueno.
Hasta el año pasado, en los 80 circos del país, fueron contabilizados mil 289 animales por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat); de esta cifra no más de 300 están vivos actualmente mientras que el resto fue comprado por coleccionistas, taxidermistas o cayeron en manos de traficantes.
Esta información la reveló Teresa Moreno, médica veterinaria, responsable técnica y enlace entre la Semarnat y empresarios. También agregó que las bestias vivas están en santuarios y siguen arrinconados en circos, o fueron entregados a zoológicos; sin embargo, no viven en buenas circunstancias.
Y es que según Moreno explica, la Dirección General de Vida Silvestre de la Semarnat solo se encargó de verificar que los animales no se usaran en circos, pero la responsabilidad de reubicarlos se los dejó a los dueños de los espectáculos.
Recordemos que en diciembre de 2014, diputados y senadores aprobaron la Ley General de Vida Silvestre, misma que entró en vigor desde el 8 de julio de 2015. Esta fue la legislación que prohibió a los circos usar animales en sus espectáculos.
Incluso, a principios de este año, Joel González Moreno, director general de Inspección y Vigilancia de Vida Silvestre, Recursos Marinos y Ecosistemas Costeros de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), aseguró que no habría santuarios suficientes para resguardar a todos los animales.
Al parecer así fue. Los dueños empezaron a rematar hace un año a sus animales entre dueños privados y zoológicos (los menos). Durante las subastas había compradores honestos y otros no tanto.
“Sí, se ostentaron como gente registrada (ante la Semarnat). Revendieron a los animales y, sí, muchos de esos ejemplares están vendidos ya en tapete”, acusó Moreno.
A esto hay que sumar la crisis por la que padecieron los circos en el país. Algunos cerraron sus puertas, otros vendieron sus bienes, otros apenas se resisten a la quiebra.
“Es una tragedia social, porque era un entretenimiento sano para todos; una tragedia económica que repercutió en familias de circos y en los que indirectamente tenían una ganancia: proveedores y artistas, y por el lado de los animales fue otra tragedia”, afirmó la veterinaria.
Incluso se sabe de casos de animales que tras su venta a zoológicos cayeron en depresión porque fueron sacados del habitad donde vivieron toda su vida.
Con información de Milenio