El doble discurso de la austeridad vuelve al centro del debate
La secretaria de Gobernación, Luisa Alcalde, salió en defensa del presidente Andrés Manuel López Obrador tras la polémica compra de arte por parte de su hijo Andrés Manuel López Beltrán, quien adquirió una obra de la artista japonesa Yayoi Kusama por más de medio millón de pesos.
Cuestionada sobre el tema, Alcalde aseguró que existe una “campaña permanente contra el presidente” y que los medios “utilizan a su hijo para atacarlo”.
La funcionaria insistió en que la familia presidencial es víctima de persecución mediática y que “no hay ningún elemento ilegal” en la adquisición.
Una defensa que ignora lo esencial: la incongruencia
La declaración de Luisa Alcalde se suma a una larga lista de defensas que el círculo cercano de López Obrador ha ensayado cada vez que se revelan los privilegios o lujos de su familia.
Sin embargo, el problema no es legal, sino ético y moral: mientras el presidente predica austeridad y humildad, su hijo compra arte contemporáneo valuado en cifras que rebasan los ingresos de la mayoría de los mexicanos.
El argumento de “campaña en contra” no borra la realidad.
La familia presidencial vive con comodidades que contradicen el discurso de “vivir como el pueblo”.
De la austeridad republicana al arte de lujo
El caso de Andy López Beltrán no es menor.
La obra de Yayoi Kusama, una de las artistas más cotizadas del mundo, se vende en casas como Christie’s y Sotheby’s, con precios que alcanzan los millones de pesos.
Comprar una pieza de ese nivel no es un gesto cultural, es una declaración de estatus.
Mientras tanto, el gobierno enfrenta críticas por el desabasto de medicamentos, la inseguridad y el incremento de la pobreza, pero la narrativa oficial insiste en que todo es culpa de los medios.
El costo político de justificar lo injustificable
La respuesta de Luisa Alcalde revela una estrategia vieja pero funcional: convertir cada escándalo en una conspiración.
Pero el verdadero daño no viene de los medios, sino de la desconexión con la realidad.
La austeridad se volvió discurso y el cinismo, costumbre.
El arte puede ser un refugio para el alma, pero cuando se compra con medio millón de pesos mientras el pueblo carece de medicinas, se convierte en un espejo del poder: bello por fuera, vacío por dentro.