Una de las pocas certezas que comparten los historiadores sobre la muerte de Jesús es que tuvo lugar durante la Pascua judía (Pésaj), cuando se conmemora la liberación de la esclavitud en Egipto, una de las fiestas más importantes del calendario hebreo. Al igual que la Semana Santa cristiana, Pésaj depende de fases lunares y el equinoccio de primavera. «Existe una conexión muy sólida entre la Pascua judía y la pasión», asegura Carl Savage, profesor de arqueología bíblica en la Universidad de Drew (Estados Unidos).
Otro historiador, Douglas Boin, investigador de la Universidad de Saint Louis (Estados Unidos) dice que “Jesús fue ejecutado en la provincia romana de Judea por el prefecto de la provincia, Poncio Pilatos. Eso es todo. Incluso la fecha, probablemente en torno al 28 después de Cristo, es una suposición informada».
Muchos otros investigadores barajan la fecha del 14 de Nisán, esto es, el viernes 3 de abril. Pero ni siquiera los Evangelios se ponen de acuerdo: Marcos, Lucas y Mateo hablan de un día y Juan de otro. En su libro sobre Jesús, el expapa Benedicto XVI apoya la tesis de Juan, lo que adelantaría un día la condena y la muerte.
Fuentes no cristianas, sobre todo Tácito, permiten establecer un calendario más o menos preciso. El historiador romano habla de la muerte en la cruz de una persona a la que su gente llamaba Mesías bajo el reinado de Tiberio por el gobernador Poncio Pilatos. «Estas fechas son especialmente útiles para los historiadores», explica Savage. «El emperador Tiberio gobernó Roma entre el 14 y 37 después de Cristo, sabemos que Jesús nació entre el 7 y 4 antes de nuestra era al final del reinado de Herodes. Sabiendo que vivió unos 30 años, podemos fechar su muerte entre el 26 y el 28».
«La respuesta corta es que no sabemos nada más allá de lo que cuentan los Evangelios y algunas otras referencias», explica Carl Savage. «Sin embargo, sí sabemos algunas cosas que hacen plausibles por lo menos algunas partes del relato bíblico. Por ejemplo, fue encontrado un hueso de talón con un clavo en una tumba del área de Jerusalén. Eso nos permite confirmar que la crucifixión era practicada como forma de ejecución en Judea en la época de Jesús. También que la forma de enterramiento descrita en los Evangelios coincide con evidencias históricas. Por lo tanto, estas evidencias nos permiten pensar en la muerte de Jesús como un evento real y no como una construcción teológica».
Sin embargo, el huerto de Getsemaní, la traición de Judas, la última cena, la negación de Pedro, Poncio Pilatos dando a elegir entre Barrabás y Jesús o lavándose las manos: ninguno de estos episodios están confirmados y, en el caso de los dos últimos, son una clara manipulación.
En cuanto a por qué lo mataron y quién o quiénes lo hicieron, los Evangelios acusan a los judíos, esta acusación a propiciado más de 2 mil años de antisemitismo. Como recuerda Juan Arias, «fue el papa Juan XXIII quien en 1959 mandó quitar de la oración de Viernes Santo la expresión ‘pérfidos judíos’ y la de ‘obcecación de aquel pueblo’ que se negaba a reconocer la divinidad de Jesús».
Para Douglas Boin, «los testimonios bíblicos que acusan a los judíos son una distracción que trata de lanzar a los historiadores por el camino equivocado». De nuevo existe un consenso entre los investigadores: si Jesús fue condenado a la cruz, tuvo que ser por los delitos que provocaban un método de ejecución tan extremo: sedición, desafío al poder de Roma, insurrección contra el Estado. Y un gobernante romano como Poncio Pilatos no dudaría un instante en aplicar ese castigo. El hecho de que, según alguno de los Evangelios, fuese ejecutado junto ladrones, «podemos hablar también de rebeldes».
Con información de El País