¿Alguna vez te preguntaste cómo es el proceso para fabricar las coloridas calaveritas de azúcar? Se trata de un proceso artesanal que requiere de mucha precisión y gran paciencia.
En uno de los talleres de calaveritas de azúcar más longevos de la Ciudad de México, un grupo de mujeres pinta con glaseado multicolor un centenar de pequeños cráneos hechos de azúcar y agua. De vez en cuando, entre el ruido constante de una mezcladora llena de azúcar impalpable y claras de huevo, se oye una que otra pregunta: “¿Tienen azul o rosa?” “Me falta el naranja ¿no me pasas un cono?”
Las mujeres que laboran para alimentar esta tradición estiman que hacen entre 60 y 80 conos al día. Así le llaman a los moldes que forman con papel plastificado y llenan con la mezcla de azúcar glas, huevo y colorante vegetal. Con un plumón escriben el color del glaseado: amarillo, morado, azul, rosa, verde o naranja. Los conos sirven como plumones con los que dibujan espirales y ondas en las calaveritas con una finura y velocidad envidiables.
“Hacemos más de 1.000 al día y de distintos tamaños”, dice Martha Patricia Pastor, dueña del taller Calaveritas Paty, mientras vacía un bote de azúcar a un tambo con capacidad de 50 kilos. Los encargos para su negocio, fundado en 1997, comienzan a llegar en junio y el último se produce hasta el 25 de octubre. El resto del año, el taller hace paletas de caramelo, pero el negocio principal son las calaveritas. “Lo hago para mantenerme ocupada”, comenta Pastor. “La gente dice, nomás dejas de trabajar y te enfermas”.
El horario es de ocho a ocho. Calaveritas Paty debe entregar a mercados, tiendas, escuelas y empresas en varias regiones del país e incluso en Estados Unidos. “Mira, mi hija me mandó esta foto”, dice Pastor mientras muestra la pantalla de su celular. Es una foto de una de sus creaciones. “Está se fue a Los Ángeles”, dice con una sonrisa.
Con información de El País