Antonio López, escultor figurativo, busca con sus imagenes un diálogo con el espectador recordándole su infancia como origen de su personalidad. Sus esculturas habitan el mundo como una pregunta, y mientras el espectador la rodea para verla desde todos los ángulos, la pregunta se vuelve más acuciosa, y al mismo tiempo no podemos descifrarla, son una zarza que arde y a la que no nos atrevemos a hablarle, ¿qué quieren esas esculturas? Porque de ningún modo han venido en son de paz: son animales totémicos que los cuida, los vigila y también los condena a una perpetua animalidad, los niños de Antonio López son puro instinto, una fuerza que milagrosamente se mantienen en equilibrio pero que amenaza con devastarlos, es la infancia que vuelve y tiene uñas y dientes y es un riesgo que debemos correr. La infancia, bien lo saben las piezas de Antonio López, es un peligro del que nadie sale indemne.
Manuel Moreno es un artista conceptual y expresionista abstracto. Desde hace diez años desarrolla una obra plástica de alta potencia sensorial que recoge la tradición «tachista» de los años 40-50 que tanto apasionan. Siempre en continuo aprendizaje su máxima es expresión. Con cada proyecto deja huella y ésta actúa como mapa de ruta para la siguiente obra. En este sentido cada creación es un reto que se mantiene vivo y traslada su latir a la siguiente.