Los candidatos a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton y Donald Trump, se enfrentaron en un esperado primer debate, que más allá de propuestas, contenía las expectativas a futuro de los países de la región y las de millones de paisanos que en busca de mayores oportunidades decidieron ir por el sueño americano.
Como estaba predicho, los resultados del debate fueron decisivos para la economía mexicana que resultó favorecida al registrar un alza significativa del peso frente al dólar. Y es que la moneda nacional se recuperó 2.12 por ciento para cerrar en 19.43 pesos por divisa americana, convirtiéndose en un indicador de la derrota del candidato republicano y devolviendo seguridad a los inversionistas.
La disputa retórica entre ambos contendientes, fue para analistas políticos y medios de comunicación una victoria de la candidata demócrata, que en una jugada política, aprovechó el espacio para dejar al descubierto las debilidades de su contendiente: desde su ya conocida intolerancia, misoginia y racismo, hasta su presunta evasión de impuestos.
La táctica de Clinton no dejó que los anti-valores de Donald Trump pasaran desapercibidos para quienes no los habían notado, mientras que éste, en una estrategia poco funcional, no mostró su típico carácter de arrojo y respondió los embates de la ex primera dama con evasivas y negativas titubeantes continuando con el discurso de odio contra inmigrantes y trabajadores latinoamericanos, a quienes culpó de robar empleos a los estadounidenses. El multimillonario aprovechó para mostrar su desacuerdo con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), mismo que calificó como “el peor acuerdo jamás firmado en cualquier lado”.
En la actual campaña electoral estadounidense es común ver el lado bueno (muy a su estilo) de los candidatos, que en el proselitismo puro de sus acciones, han demostrado sensibilidad o no, al estar en contacto con los problemas que aquejan a la sociedad.
Al final, este enfrentamiento político, resultó también ser un experimento científico social, que demostró que pese a buscar un cargo de elección popular, Donald Trump continúa creyendo en su discurso de odio y racismo, aunque cada vez menos personas están creyendo en el… Es mi opinión