Debo confesar que siempre me ha gustado jugarle al abogado del diablo (o al contreras), y cuando se trata de hablar del reggaetón, me pongo unas divertidas buenísimas.
¿Por qué?, pues porque es muy fácil argumentar en contra de uno de los géneros más odiados y criticados de toda la historia. Pero si les dijera que también tiene cosas buenas, seguro que sería motivo de acalorada discusión.
El éxito del reggaetón, en mi opinión, se debe simple y sencillamente a que apela a nuestros instintos más básicos (y bajos, la mayoría de las veces), valiéndose de un ritmo taaan «complejo», que bien podría haber sido inventado por nuestros ancestros en las cavernas. Ah, sí… también del sexo.
Una fórmula que por donde le vean, garantiza furor masivo; ya sea porque sólo de escuchar su beat, casi cualquiera sentiría el impulso instantáneo de mover el piecito para llevar el ritmo, o bien por lo polémico de su naturaleza sexual (vulgar, dirán sus críticos).
Sin embargo, su mayor fortaleza radica en que nadie logra ser completamente indiferente a este género que ha roto récords mundiales. Tu novia tiene una opinión sobre él, tus profesores también y hasta tu abuelita.
Parece justo hacer notar que la división de opiniones ha ocurrido muchas veces en el mundo de la música, con estilos específicos como el disco o incluso el mismísimo rock & roll; ejemplo para el que siempre me gusta citar al gran Frank Sinatra, quien decía que sólo le daba un año de vida al género que Elvis encumbró.
La gran diferencia es que el reggaetón ha llegado en la era de la globalización, con características dignas de muchos fenómenos virales de internet. ¿Será ésta la clave para asegurar su supervivencia en la cultura humana? (porque sí, todo es cultura… hasta el reggaetón)
Así es como hoy tenemos una industria de la música dividida entre los que nunca pensamos que cantarían reggaetón, pero han sucumbido a sus «encantos», y los Aleks Syntek que se niegan a ceder a menos de que «nadie me quiera» (historia real).
Fuera de esos dos polos, ¿de verdad existen individuos a los que el reggaetón les sea indiferente?
Entonces deberías preguntarte, querido lector, en qué bando te encuentras: entre los amantes del perreo, o si acaso eres detractor declarado. Si la respuesta es alguna de las anteriores, permíteme decirte que sí… del éxito del reggaetón, tú tienes la culpa.