A reserva de lo que pueda suceder los siguientes días antes de finalizar el año, 2016 se caracterizó por recordarnos lo frágiles que son las sociedades ante los sismos cuando hemos olvidado el peligro al que estamos expuestos cada segundo.
Desde enero de 2016 a la noche del 27 de diciembre de 2016 (tiempo en que fue escrita esta columna), se registraron 47 sismos con magnitudes superiores a 6.5 siendo el mayor sismo del año el ocurrido el 17 de diciembre con epicentro en Papúa Nueva Guinea de magnitud 7.9.
Los sismos más destacados, tanto por magnitud y daños fueron (por orden de magnitud de menor a mayor):
M6.5 – en Aceh, Indonesia, ocurrido el 6 de diciembre. Este sismo generó intensidades Mercalli IX (violento) reflejándose en numerosos daños y decenas de víctimas en un país donde no existe memoria colectiva de grandes sismos a pesar de que hace 12 años ocurrió uno de los sismos más grandes registrados de magnitud 9.2 el cual generó un mega tsunami que barrió varias costas de Asia y África.
M6.6 – Frente las costas de Jalisco, México, el 21 de enero. Fue el sismo de mayor magnitud en nuestro país pero no hubo ninguna afectación por la lejanía del epicentro a las costas, más de 200 km de distancia. En la zona interactúan la placa de Rivera vs. la placa de Cocos la cual se desliza horizontalmente una respecto a la otra sin alterar el fondo oceánico, es decir, no generan tsunamis aún si la magnitud es muy grande.
Los terremotos de Italia, en la región central de Italia (Umbria y Marche) M6.6, del 30 de octubre; M6.2, del 24 de agosto y M6.1 del 26 de octubre. El terremoto del 30 de octubre sería el de mayor magnitud en al menos 40 años en Italia. El epicentro está ubicado entre la secuencia sísmica iniciada en agosto y los últimos sismos del día 26 de octubre.
El sismo que dejó mayores afectaciones y víctimas –alrededor de 300 en total- fue el de magnitud 6.2 dejando centenares de construcciones, muchas de ellas con más de 500 años de antigüedad, en escombros. Este primer sismo ayudó, casi de forma milagrosa, a que en el de mayor magnitud (6.6) no se existieran víctimas adicionales debido a que la gran mayoría de las personas habían desalojado estructuras vulnerables que terminaron por derrumbarse.
La sismicidad en la zona central de Italia es el resultado de una falla normal (tipo de falla) superficial en los Apeninos centrales que son una cadena montañosa que se extiende desde el Golfo de Taranto, en el sur, hasta el borde meridional de la cuenca del Po, en el norte. Esta región es tectónicamente compleja ya que implica tanto la subducción de la microplaca Adria por debajo de los Apeninos, de este a oeste, y la colisión continental entre las placas de Eurasia y África que construyen la cadena montañosa de los Alpes más al norte y la apertura de la cuenca del Tirreno al oeste.
Italia, con un extenso y bien documentado historial de grandes sismos, no ha realizado una adecuada planeación y aplicación de las normas de construcción en obras; es evidente que la cultura de Protección Civil solo es mencionada después de cada sismo como una forma de respuesta ante la emergencia y no como prevención ante el peligro.
No es muy lejano el terremoto de L’Aquila de abril de 2009, con una magnitud de 6.3, que dejó al menos a 295 personas fallecidas, más de 1000 personas lesionadas y más de 55,000 personas sin hogar. Los desastres se olvidan muy fácil, muy pronto.
6.2 y 7.0 – en Kumamoto, Japón, durante abril. El primer sismo, ocurrió a las 7:26 h (centro de México) del 14 de abril y tuvo una magnitud de 6.2 generando intensidad máxima Shindo 7 o severo siendo la intensidad máxima de la escala japonesa; el segundo sismo, ocurrió a las 10:03 h (centro de México) del mismo día y tuvo una magnitud de 6.0 generando intensidad Shindo 6+ o muy violento.
El día 15 de abril, a las 11:25 h (centro de México) – 1:25 h (local del sábado)-, un nuevo sismo, el tercero, de magnitud 7.0 generando intensidades en escala Shindo de 6+ o «muy violento». Al ser el sismo de mayor magnitud los sismos previos se consideran como precursores y solo se pueden clasificar de esta forma una vez que ocurrieron.
A raíz del último terremoto se decretó una advertencia de tsunami local para las costas en el Mar de Ariake por la posibilidad de derrumbes hacia el mar que pudieran desplazar volúmenes de agua. El resto del Pacífico no recibió alerta/advertencia alguna.
El saldo por estos terremotos fue de más de 40 personas fallecidas, más de 1000 personas lesionadas y cientos de construcciones destruidas.
7.8 – en Ecuador, la noche del sábado 16 de abril. El poderoso sismo sacudió gran parte del territorio ecuatoriano cuyo epicentro se localizó a 27 km al sur-sureste de Musine, Ecuador. Este terremoto también tuvo un sismo precursor de magnitud de 5.0 ocurrido 11 minutos antes.
Se lanzó una alerta de tsunami para las costas de Ecuador y advertencia para el resto del Pacífico. Las olas del tsunami no superaron los 30 cm de altura por lo que todo aviso y alerta fueron cancelados horas después.
Se registraron daños son considerables en los alrededores de la zona epicentral y zonas alejadas como la ciudad de Guayaquil, sur de Quito, San Miguel de los Bancos. Este sismo fue sentido en todo el país y sur de Colombia.
En el caso de Sudamérica, y por lo tanto en Ecuador, la sismicidad está relacionada al proceso de subducción de la placa de Nazca bajo la placa Sudamericana la cual se hunde a razón de 61 mm/año. Entre estas placas se han originado grandes sismos en la historia como el de Chile de 1960 con magnitud 9.5 el cual ha sido el más grande jamás registrado a nivel mundial.
El saldo de este terremoto es de más de 400 personas fallecidas, más de 2,500 personas lesionadas y miles de construcciones destruidas o dañadas.
7.6 – en Chiloé, Chile, recientemente durante la mañana de navidad. A pesar de haber sido un sismo de magnitud considerable, únicamente se registraron daños menores en viviendas y relativamente moderados en algunas vialidades que comunican algunas ciudades del sur chileno. Se generó un tsunami con olas medidas instrumentalmente de 25 cm.
La baja densidad poblacional y la alta conciencia del peligro sísmico, dieron el gran resultado de no reportar personas lesionadas ni fallecidos. Chile sigue siendo un gran ejemplo de cultura de prevención y aplicación de las normas de construcción.
7.8 – en la Isla sur de Nueva Zelanda, la madrugada del domingo 14 de noviembre. Este fuerte terremoto dejó daños moderadamente extensos y únicamente 2 personas fallecidas.
La tectónica que dio origen a este movimiento fue particularmente muy compleja: la mayor parte de la energía liberada ocurrió aproximadamente 30 segundos después de haber iniciado la ruptura. Investigadores sugieren que múltiples segmentos fueron afectados como resultado de una secuencia compleja de rupturas; dicho de otra forma, inicialmente se originó un sismo en una zona pero que tuvo inmediata afectación en zonas adyacentes lo cual explicaría los desplazamientos del suelo alejados del epicentro –hasta de 2 metros hacia el norte- y la mayor liberación de energía transcurridos varios segundos después de iniciado el sismo.
Una gran enseñanza que nos deja este terremoto es el falso concepto que epicentros en “tierra” no generan tsunamis y que toda la fuerza del sismo se siente en epicentro. En realidad lo que debe de importarnos es saber si el área de ruptura abarcó el fondo oceánico alterándolo verticalmente y haciendo posible un tsunami.
7.9 – en región de Papúa Nueva Guinea, el 17 de diciembre. Hasta ahora es el sismo de mayor magnitud durante 2016. La historia pudo haber sido distinta si el foco no se hubiera ubicado a más de 103 km de profundidad, esto limitó en gran medida el potencial tsunamigénico y las intensidades en superficie recordando que a mayor profundidad las ondas sísmicas se disipan sobre una mayor área (como la proyección de una lámpara que se disipa con la distancia).
Se reportaron intensidades Mercalli IX (violento) pero los daños no fueron extensos para las intensidades reportadas. Aunque se emitieron boletines de advertencia de tsunami, horas más tarde fueron cancelados ante la falta de evidencia instrumental y que la marea observada permaneció sin cambio.
Volcán de Colima y Popocatépetl.
Durante 2016, la actividad del Volcán de Colima se caracterizó por la formación de domos de lava que derramaron hacia la ladera sureste del edificio volcánico. La fase más importante ocurrió durante octubre cuando la tasa de emisión de material volcánico fue más alta que los días previos ocasionando derrames del domo, derrumbes del frente de lava y flujos piroclásticos. Esta actividad se mantuvo muy alejada de los niveles que se registraron durante julio de 2015.
Se espera que las explosiones del Volcán de Colima continúen y no se descarta la posible formación de un nuevo domo de lava con un probable derrame de lava tal y como se ha observado durante este año.
Finalmente, el Popocatépetl tuvo frecuentes erupciones siendo este año uno de los de mayor actividad. Destacan las erupciones de enero, abril y junio con frecuentes episodios de explosiones, tren de exhalaciones y tremor que indica ascenso de magma hacia la superficie para formar los conocidos domos de lava. El 18 de abril, una erupción estromboliana generó una constante emisión de fragmentos incandescentes sobre las laderas del volcán y una columna de ceniza que superó los 2 km sobre el cráter registrándose intensa lluvia de ceniza en la capital poblana.
Sísmicamente se registraron 2 episodios importantes: el primero, el 8 y 9 de julio, el sistema de monitoreo del Cenapred detectó un enjambre (secuencia de sismos en poco tiempo y magnitudes similares) de 39 sismos volcanotectónicos; el segundo, un nuevo enjambre que inició el 29 de agosto con más de 303 eventos, el sismo más grande fue reportado con una magnitud de 3.8 causando daños en una escuela de San Pedro Benito Juárez, Puebla, tal cantidad de sismos -en total más de 400- es algo que no se había visto para este volcán desde que se tienen registros. Esto significa que las rocas, por algún de esfuerzo como el movimiento del magma, fueron fracturadas a profundidad del volcán. Este tipo de sismicidad es considerado como un precursor a mediano o largo plazo.
Recordemos que actualmente existe un domo de lava en el cráter del Popocatépetl que aún no se ha destruido y los escenarios con mayor a menor probabilidad son: que el domo sea destruido con una o más explosiones; que exista una explosión y reinicie el crecimiento del domo de lava; que crezca el domo de lava (sin explosión de por medio) aumentando la probabilidad de un derrame de lava que pueda detonar flujos piroclásticos y finalmente una explosión aún más grande que destruya el domo formado.
¡Les deseo lo mejor para el 2017 y no olvides sumarte a la cultura de prevención!