El cine mexicano de primer mundo

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¿Te gusta el cine mexicano? ¿Acostumbras ir al cine cuando se estrena una película producida y actuada por talento nacional? ¿Consideras que nuestra industria cinematográfica puede competir con el cine de otros países?

Por increíble que parezca para las generaciones de espectadores que vieron el cine de las últimas décadas del siglo pasado -es decir, hasta antes del año 2000-, México tuvo una participación sobresaliente en la cinematografía mundial.

Estamos hablando de la llamada “época de oro del cine mexicano”, cuando las películas de Pedro Infante, Jorge Negrete, María Félix, Marga López y Cantinflas ocupan las principales marquesinas del país, pero también de Centro y Sudamérica.

Películas que llegan al Continente Europeo, ya fuera en su idioma original o dobladas, para mostrar al mundo entero el melodrama clásico más fino; las historias de rancheros; y un género musical único por incluir canciones con mariachis y sones de las costas mexicanas.

Se trata, en ese entonces, de un fenómeno que marca un precedente inmenso para la fama de grandes figuras de la escena mexicana, quienes son llamadas para actuar en producciones españolas, italianas y francesas.

Con la llegada del rock and roll en los años 60, y posteriormente los hippies de los años 70, las películas mexicanas empiezan a replicar lo que otros países producen, también dentro de la búsqueda de un cine más intimista y retador.

Desaparece el blanco y negro de la pantalla, y son pocas las figuras que logran transitar por ese cambio de estética, con guiones distintos, personajes que no cuidan su emblemática fama, sino la creación de un personaje cada vez más vivo y con diálogos menos eufemistas.

En los años 90 la película cinematográfica es sustituida por el videotape. Los costos se abaratan, pero también las historias. Parece que el público ya no busca los grandes nombres, sino los cuerpos exuberantes.

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Aparece entonces el cine de ficheras, con cintas hechas al vapor, argumentos simples y un lenguaje vulgar que en la televisión aún no se permite. La voz y la elegancia de Amparo Rivelles es reemplazada por la ropa interior y coquetería de Sasha Montenegro. La comicidad de Tintán es sustituida por los albures de Alberto Rojas “el Caballo”.

Si durante los años 40 se filman más de 100 películas anuales en México, para finales de 1990 se filma el 10% y una gran cantidad de videohomes con títulos como “La Hummer asesina”, “Barman y Droguin”, “Intrépidos punks” y “Gripe colombiana” 1 y 2.

La gran ventaja de este nuevo cine es que por medio de las videocaseteras Beta, las historias entran directamente a las casas de los espectadores y ya no es necesario acudir a una sala de cine. Lo que también marca el inicio de un delito que hoy en día persiste: el de la piratería.

Las plumas que escribieron aquellas historias que dieron fama a María Félix o Marga López no vuelven a verse en las pantallas. Recordemos que aún en las telenovelas de la década de 1950 y 1960, los guionistas son también grandes literatos como Hugo Argüelles, Salvador Novo, Carlos Olmos y Luis Reyes de la Maza.

Una de las críticas al cine de la “época de oro” es su lenguaje poco natural, lleno de hipérboles, conjugaciones complejas y frases anticuadas. Pero pocos países han tenido el privilegio de que sus grandes escritores intervengan en la industria cinematográfica como guionistas.

En México escriben para la pantalla grande Rodolfo Usigli, Josefina Vicens, Juan Rulfo, José Agustín, Vicente Leñero, José Revueltas, Carlos Fuentes, Jorge Ibargüengoitia, Sergio Magaña, Emilio Carballido y aunque de origen colombiano, pero mexicano por elección, también Gabriel García Márquez deja una huella importante con su versión cinematográfica de “María de mi corazón”.

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Actualmente, esas películas de dialogación poco natural y estética anticuada son verdaderas joyas de la cinematografía internacional. “Los olvidados” filmada en México por Luis Buñuel y con un ambiente 100% nacional, está considerada como patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco.

Luis Buñuel también dirigió “Ensayo de un crimen”, otra historia de Rodolfo Usigli con Ernesto Alonso y Miroslava en los papeles protagónicos. Película de una belleza visual extraordinaria y equiparada con cualquier película de suspenso de Alfred Hitchcock.

Las historias de Marga López, Libertad Lamarque, Maricruz Olivier, Rita Macedo y Pina Pellicer son cátedras de actuación para interpretar un melodrama clásico que sólo los mexicanos logramos ejecutar aún en estos días, pero ya en la pantalla chica.

Por fortuna, parece que aquellos años están renaciendo. Y aunque el número de películas producidas no es el mismo, sí son muchos los mexicanos que están cosechando grandes éxitos para México y para sus compatriotas en el mundo.

Grandes figuras de la actuación formadas en México empiezan a estelarizar películas en otros países. La lista de directores que empezaron en la televisión nacional y lograron filmar algunas cintas aquí, hoy están ganando premios Oscar, Palmas de Oro, Canes, Osos de Berlín, etc.

Hoy tenemos una Cineteca Nacional renovada; ciclos de cine itinerante por toda la República Mexicana; estímulos fiscales para la producción de películas; becas para guionistas y escuelas de formación actoral para cine.

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Por eso es que después de escuchar este periodismo de vida, te pregunto: ¿Qué nos falta en México para volver a ser esa gran industria cinematográfica que tuvimos en la década de los 50? ¿Qué te hace ver una película mexicana?

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