La advertencia no viene de la oposición ni de analistas marginales. Viene del economista en jefe de BBVA México. Carlos Serrano lanzó una señal clara y preocupante: el país todavía está a tiempo de evitar un sexenio perdido, pero 2026 no será un año de expansión económica y el margen para corregir el rumbo se está cerrando rápidamente.
Al evaluar el desempeño económico reciente, Serrano sostuvo que México no crecerá con fuerza en 2026 y que, sin decisiones clave en comercio, inversión y certidumbre institucional, el riesgo de repetir un sexenio de bajo crecimiento es real. La economía, dijo, aún puede recuperarse, pero solo si se corrigen errores estructurales que se han acumulado durante años.
Uno de los puntos más delicados es el entorno externo. Más del 80 por ciento de las exportaciones mexicanas dependen de Estados Unidos, y hoy llegan a ese mercado en un contexto de aranceles, tensiones comerciales e incertidumbre regulatoria. Para un país tan expuesto al comercio exterior, cualquier choque se traduce directamente en menos inversión, menos empleo y menor crecimiento.
En el plano interno, el diagnóstico es igual de inquietante. La debilidad de la inversión privada, la falta de señales claras para los mercados y la incertidumbre jurídica siguen siendo lastres que impiden un despegue sostenido. Serrano subrayó que el bajo dinamismo económico no es consecuencia directa de la incertidumbre judicial reciente, pero sí de una acumulación de decisiones que han erosionado la confianza.
BBVA estima que el crecimiento será lento y apenas perceptible. Para 2025, la expectativa es de alrededor de 0.7 por ciento, una cifra que, en términos prácticos, significa estancamiento para millones de personas. Un país que crece a ese ritmo no genera suficientes empleos formales, no eleva ingresos reales y no reduce pobreza de manera estructural.
La advertencia es clara: sin correcciones, México puede cerrar otro sexenio con resultados mediocres. Y un sexenio perdido no es una abstracción técnica. Se traduce en salarios que no alcanzan, jóvenes sin oportunidades, empresas que no invierten y un Estado con menos recursos para salud, educación y seguridad.
El mensaje de BBVA es incómodo para el poder político, pero difícil de ignorar. Todavía hay tiempo, dice el banco. Lo que no hay es margen para seguir posponiendo decisiones.

