El modelo económico actual ha profundizado la desigualdad a tal punto que solo ocho personas concentran en sus manos el equivalente a la riqueza de otros 3.600 millones, la mitad más pobre de la población mundial, según un informe de Oxfam.
La organización internacional sostiene que el modelo actual económico es responsable de esta situación, al que califica de «extrema, insostenible e injusta (…) «al servicio del 1% más rico de la población». El documento advierte que entre 1988 y 2011, los ingresos del 10 por ciento más pobre de la población mundial crecieron en apenas tres dólares, mientras que los del 10 por ciento más rico subieron 182 veces más.
En Vietnam, por ejemplo, el hombre más rico gana en un día más que la persona más pobre en 10 años. En Estados Unidos, los ingresos del 50 por ciento más pobre de la población se han congelado en los últimos 30 años, mientras que los del 1 por ciento más rico han aumentado un 300 por ciento. En la India, la suma de salarios anuales de 10 mil trabajadores de fábricas textiles de Bangladesh equivalen al sueldo del director general de cualquier empresa incluida en el índice bursátil FTSE 100. En España, por ejemplo, pese a un crecimiento de su PIB desde 2014, la desigualdad se intensifica 20 veces superior al promedio europeo.
El documento de Oxfam considera que el modelo económico permite a grandes empresas estar “al servicio de los más ricos” y de guiarse por un único objetivo: maximizar la rentabilidad de accionistas e inversores. Por ejemplo, en 2015, las diez mayores compañías del mundo obtuvieron una facturación superior al total de los ingresos públicos de 180 países, sin una distribución entre todas las capas de la sociedad.
El informe denuncia el uso de paraísos fiscales para tributar menos, una práctica que causa pérdidas anuales de al menos 100.000 millones de dólares para los países en desarrollo. Además, denuncia que las empresas utilizan su poder para garantizar que tanto la legislación como la elaboración de políticas nacionales e internacionales se diseñen a su medida, para proteger sus intereses y mejorar su rentabilidad.
En nuestra región, durante 2015, la desigualdad se disparó: siete millones de personas cayeron en la pobreza y cinco millones pasaron a la indigencia. Mujeres y las niñas trabajan en condiciones más precarias y representan la categoría peor remunerada
El estudio concluye que este modelo económico se basa en una serie de falsas premisas, como la idea de que la riqueza individual extrema no es perjudicial, sino síntoma de éxito, o que el crecimiento del PIB debe ser el principal objetivo de la elaboración de las políticas. Entre las premisas equivocadas se incluyen creer que los recursos del planeta son ilimitados o que el modelo económico actual es neutral desde el punto de vista del género.
Con información de El País