Era un punto en donde familias solían entregar dinero, comida, ropa o juguetes a mexicanos que no cuentan con permiso para cruzar a Estados Unidos o fueron deportados.
Vecinos de la colonia Puerto de Anapra, una de las más pobres de la ciudad, ubicada en la zona norponiente entre cerros y casas de madera y cartón, comentaron que en esta temporada familias estadunidenses, organizaciones civiles y grupos religiosos llevaban a migrantes y deportados pavos, comida, juguetes y ropa que arrojaban por encima de la malla.
Familias separadas podían tocarse las manos a través de la malla y ahora se cava una zanja de casi dos metros de profundidad para colocar metal y concreto reforzado.
Los trabajadores que construyen el muro hablan español y muchos consumen alimentos mexicanos. Señalaron que tienen prohibido hablar con medios, de ser sorprendidos los despiden, y comentan que les pagando bien por este trabajo.
Con información de La Jornada.