En conferencia de prensa, el director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), Octavio Romero, defendió que el derrame de hidrocarburos que fue reportado en el campo petrolero Ek-Balam, en el Golfo de México, se debió a un fenómeno natural conocido como «chapapoteras». Anteriormente, medios de comunicación, organizaciones ambientales y académicos habían señalado que la mancha se extendía por 467 kilómetros cuadrados, generando preocupación sobre posibles daños al ecosistema marino en el litoral de Campeche.
Según Romero, las imágenes divulgadas mostraban láminas muy pequeñas y delgadas de aceite, no petróleo crudo pesado, que se encontraban sobre la superficie del mar. Afirmó que estas «chapapoteras» eran emisiones naturales de petróleo provenientes del campo de Cantarell, y no correspondían a la fuga registrada en Ek-Balam, que está cercano a Cantarell.
El directivo de Pemex reconoció que el 3 de julio se había detectado una pequeña fuga en un orificio de siete centímetros de largo y un milímetro de ancho. De acuerdo con los especialistas de Pemex, esta fuga habría provocado el derrame máximo de mil 368 barriles, a razón de 76 barriles diarios durante 18 días.
Romero Oropeza también detalló que, aunque la fuga fue reparada provisionalmente el 18 de julio, la abrazadera del ducto fue reparada de manera definitiva cuatro días después, el 22 de julio.
El director de Pemex explicó que los trabajos para controlar el derrame fueron suspendidos el 7 de julio debido a un incendio ocurrido en la plataforma de Nohoch, que lamentablemente dejó a dos trabajadores muertos y uno desaparecido.
Asimismo, Romero afirmó que la Secretaría de Marina (Semar) sobrevoló varias zonas, incluyendo Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Campeche, el 18 de julio, pero no encontró rastros de hidrocarburos en esos lugares.