En búsqueda de consenso la canciller dijo que «mejor hablar uno con otro, que uno de otro. Somos aliados desde hace muchos años, tenemos intereses compartidos y no podemos olvidar la ayuda que nos brindó Estados Unidos después de la guerra”.
La comitiva de la canciller estuvo conformada por dirigentes de grandes compañías como BMW y Siemens con quienes Trump ha tenido intercambios por posibles impuestos y medidas proteccionistas para introducir sus productos al mercado norteamericano.
Merkel defiende el libre mercado y dirige al país con el mayor superávit comercial del planeta: 253.000 millones de euros el año pasado. Por el contrario, EEUU tiene un déficit en su balanza de 470.000 millones. En su retórica proteccionista, la Casa Blanca ha llegado a acusar a Berlín de forzar un euro débil para multiplicar sus exportaciones y ha amenazado con levantar barreras fiscales a los productos alemanes. Sin embargo, Merkel ha hecho ver que no lo consentirá y su Gobierno ha filtrado que está dispuesto a tomar represalias contra las empresas estadounidenses. Una relación nada en la que ninguno parece estar dispuesto a ceder.