Pandillas de Monterrey firman acuerdo de paz

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En Monterrey, tras una iniciativa del gobierno del estatal, cien pandillas firmaron un pacto de paz en un acto que logró unir y pacificar a los jóvenes habituados a la violencia, adicciones y narcotráfico.

Desde que comenzaron las treguas de paz, afirma, las riñas y las peleas callejeras han disminuido considerablemente.

María Elena Dominguez, subsecretaria de prevención ciudadana del Gobierno estatal, explica que los jóvenes forman pandillas para empoderarse y por costumbre. “Las pandillas son una parte de vida de ellos, es algo arraigado, nos hemos encontrado pandillas de hasta tres generaciones y ahora te encuentras pandillas con niños de ocho años”, destaca la funcionaria.

Tal es el caso de César de 27 años quien vivió el acoso de Los Zetas en su barrio: La Alianza, una colonia popular de Monterrey, en el noreste de México. En 2011 hombres armados lo subieron en una camioneta y lo llevaron a un campo de futbol en donde pusieron una pistola en la sien para aterrorizarlo y lo golpearon con una tabla hasta dejarlo adormecido por el dolor. Una patrulla lo despertó para llevarlo a la comisaría, donde fue encarcelado por 24 horas. “Ellos me levantaron porque unos días antes había golpeado a un hermano de Los Zetas que controlaba el barrio”.

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César, era parte de la pandilla Los Rapers y vendía drogas al menudeo. “Mi día de campo era salir a las esquinas, drogarme, pelear mi barrio a pedradas o a golpes, pero luego llegó el cártel de ellos (Los Zetas) y se apoderó de Monterrey. Si vendías droga por tu cuenta te levantaban y te torturaban. Te ofrecían trabajar para ellos y si no querías te iba mal”, recuerda.

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Actualmente César, «El Caluchas«, recorre colonias del norte de Monterrey para convencer a chavos de dejar las pandillas.

“En el 2011 Monterrey estaba secuestrado, las familias no salían al restaurante ni a hacer las compras del mercado porque te levantaban y te quitaban el carro”, cuenta. Los protagonistas de la violencia eran adolescentes de escasos recursos y colonias marginadas que se habían convertido en la mano de obra del crimen organizado.

“Todas las pandillas están aliadas con la delincuencia organizada sin excepción, ya sea por el consumo, la compraventa de droga, el halconeo, la maquila o la distribución”, explica.

Con información de El País

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