En los primeros días de su segundo mandato, el presidente Donald Trump ha lanzado lo que la Casa Blanca describe como la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos. Según Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, se arrestó a 538 migrantes en situación irregular y cientos fueron deportados en vuelos militares.
Un avión militar con 81 asientos despegó desde el aeródromo Biggs, en El Paso, Texas, rumbo a Guatemala, llevando a bordo entre 75 y 80 personas. Trump declaró que esta acción envía un mensaje contundente: «Si ingresas ilegalmente a Estados Unidos, enfrentarás severas consecuencias».
Políticas de mano dura contra la migración
Trump reinstauró el programa «Quédate en México», obligando a los solicitantes de asilo a esperar en territorio mexicano mientras se procesan sus casos. Además, suspendió la llegada de refugiados y restringió el derecho de ciudadanía por nacimiento, aunque esta última medida fue temporalmente bloqueada por un juez federal.
Estas acciones forman parte de una estrategia más amplia que incluye la ampliación del encarcelamiento preventivo para migrantes en situación irregular sospechosos de delitos.
JUST IN: Deported migrants arrive back in Mexico, are now *encouraging* others not to come to the United States.
Remarkable.
The new footage comes as the Trump White House released photos of migrants lining up to board deportation fights.
In the 33 hours between midnight on… pic.twitter.com/aKzDXBJkg3
— Collin Rugg (@CollinRugg) January 24, 2025
Críticas nacionales e internacionales
La retórica de Trump, que describe la migración como una «invasión», ha generado indignación. Organismos internacionales como la ONU recordaron que el derecho al asilo es un derecho humano universalmente reconocido.
En Newark, Nueva Jersey, el alcalde Ras Baraka denunció redadas de ICE que detuvieron a residentes indocumentados y ciudadanos estadounidenses sin órdenes judiciales, calificándolas de «violaciones flagrantes» de la Constitución.
Mientras Trump refuerza sus políticas migratorias, la población migrante enfrenta un clima de incertidumbre y temor. Estas medidas, aunque respaldadas por su base política, han intensificado el debate sobre los derechos humanos y el papel de Estados Unidos en la gestión de la migración global.