Tras la caída del régimen de Bashar al-Assad, el Palacio Presidencial Al-Rawda en Damasco reveló un tesoro inesperado: una colección de vehículos de lujo que encapsula la opulencia del dictador. Entre los automóviles encontrados destacan un raro Ferrari F50, un Lamborghini Diablo y un Rolls-Royce Ghost, todos símbolos de excesos en medio de una Siria devastada por más de una década de guerra civil.
Joyas sobre ruedas: el Ferrari F50 y el Lamborghini Diablo
El Ferrari F50, una de las piezas más valiosas de la colección, es un superdeportivo icónico con solo 349 unidades fabricadas entre 1995 y 1997. Este vehículo, que en su momento costaba $447,000 dólares, ahora supera los $6 millones en subastas internacionales. Por su parte, el Lamborghini Diablo, un emblema de los años 90, mantiene su lugar como uno de los superautos más deseados, con un valor actual que ronda los $400,000 si está en condiciones óptimas.
Este es el “modesto” garage de Bashar al-Assad, el dictador de un país en la ruina por una guerra civil de 13 años, y con la cuarta parte de su población viviendo en el exilio. 🤮
No olvidemos que Rafico y los bolivarianos de Putin le dieron su apoyo…
— Rodolfo Asar (@rodolfoasar) December 8, 2024
Más allá de los superdeportivos: una extravagancia sin límites
Además de estos automóviles de renombre, el garaje presidencial albergaba un Ferrari F430 Spider, un Bentley Continental GT, un Aston Martin Rapide, un Audi R8 y un Mercedes-Benz SLS AMG con su distintivo diseño de puertas de ala de gaviota. También se encontraron SUVs, motocicletas y vehículos utilitarios, muchos de ellos de marcas premium como Audi, Mercedes-Benz y BMW.
La opulencia de esta colección contrasta con la situación económica de Siria, marcada por pobreza, sanciones internacionales y un ejército debilitado. Los vehículos, símbolos de poder y exceso, representan un capítulo oscuro en el que el bienestar de la población fue relegado frente a los intereses personales del régimen.
¿Cuál será el destino de este patrimonio?
Con el control del palacio ahora en manos de los rebeldes, el futuro de estos vehículos sigue siendo incierto. ¿Serán vendidos, subastados o preservados como testimonio de una era de abuso y desigualdad? Mientras tanto, Siria enfrenta el reto de reconstruir su historia y su sociedad tras más de 13 años de conflicto.