La marcha más grande en 30 años se convierte en símbolo de resistencia contra las políticas de Viktor Orbán.
A pesar de la prohibición oficial, unas 200,000 personas salieron a las calles de Budapest este sábado 28 de junio para participar en la marcha del Orgullo LGTBI, desafiando al gobierno ultranacionalista de Viktor Orbán, que había intentado impedir el evento con nuevas leyes y advertencias penales.
Con el lema “La libertad y el amor no pueden ser prohibidos”, la multitudinaria marcha fue encabezada por el alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, y contó con la participación de figuras internacionales como la vicepresidenta segunda del Gobierno de España, Yolanda Díaz. Karácsony declaró que «Budapest, por su participación, se ha convertido en la capital de Europa».
La movilización, que se convirtió en un acto de resistencia cívica y política, es la más grande en los 30 años de historia del evento. Según una encuesta de Publicus, el 78% de los ciudadanos de Budapest rechaza la prohibición impuesta por la policía, bajo una ley recientemente modificada por el gobierno.
🛑 Represión, pero también apoyo
Mientras Hungría intensificó la vigilancia —incluyendo el uso de cámaras con reconocimiento facial— y Orbán calificó la marcha como “vergonzosa”, contramanifestaciones de extrema derecha fueron permitidas, aunque sólo reunieron a unas 50 personas.
En paralelo, Turquía también prohibió su marcha del Orgullo en Estambul y detuvo a más de 50 personas. La Asociación de Abogados denunció que las detenciones fueron arbitrarias e ilegales.
✊ Un mensaje claro
La manifestación húngara trascendió el festejo habitual y se convirtió en una declaración internacional a favor de los derechos civiles, la libertad de reunión y la diversidad. La resistencia ciudadana puso en jaque el relato oficial del gobierno, que busca silenciar a las minorías y criminalizar la diferencia.