La fugaz aventura política de Erasmo Catarino
¿Quién iba a imaginar que aquel maestro que enamoró a México con su voz en La Academia terminaría sentado —aunque sea un ratito— en el Senado de la República?
Así es. Erasmo Catarino, mejor conocido por muchos como El Conde de Xalpatláhuac, se volvió tendencia no por un nuevo disco, sino por un paso exprés por la política.
Corría junio de 2025 cuando el también cantante regional apareció enfundado en traje y corbata en la Cámara Alta. ¿El motivo? Tomó protesta como senador suplente del Partido Verde, cubriendo una licencia de cinco días del legislador Luis Armando Melgar. Pero agárrate: solo estuvo tres días en funciones. Sí, tres.
Lo que dura un puente largo o una miniserie.
Durante su brevísima estadía, eso sí, no se quedó dormido en la curul. Participó en seis votaciones, cinco alineadas con el oficialismo y una que rompió con la línea de su bancada. ¿Valiente o distraído? Eso ya lo decidirá el pueblo bueno.
Lo cierto es que su aparición sacudió el avispero. Para algunos fue refrescante ver una figura popular en el Congreso, alguien con raíces fuertes y ajeno a la política tradicional. Para otros, solo fue un acto decorativo que pone en duda el sentido real de las suplencias relámpago.
Erasmo no se fue sin dejar huella. Quizá no en reformas ni en debates, pero sí en la conversación nacional. Porque, como buen artista, supo cómo entrar, actuar y salir de escena. ¿Volverá? ¿Buscará una carrera política más larga? ¿O solo fue una probadita de poder entre presentación y presentación?
Al perecer en este país, la política y el espectáculo comparten ‘el mismo camerino.’