El Bestiario de Ecos surge del entrañable respeto y admiración de la autora a los animales en sí, a los propios, los ajenos, los cercanos y lejanos, aquellos de compañía que se vuelven familia y a los salvajes; así como de su inevitable rechazo ante el quebranto que imponemos los humanos al hábitat y vida de las criaturas en general, provocando que muchos de ellos terminen en tan sólo ecos lejanos de su existencia.
Para la confección de esta serie, Irma recurre al “Bestiario” del Maestro Juan José Arreola como referente a partir del cual nos muestra como las bestias descritas por el célebre escritor y representadas por ella, se transforman en un espejo infame que nos confronta con el reflejo de la naturaleza interna de nuestra sociedad actual, salvajemente humanos y humanamente bestias.
La elección de Arreola obedece a la familiaridad de la artista con la obra del escritor debido a sus fuertes raíces, crianza y constantes recuerdos atesorados a través de los pueblos de Jalisco tales como: Tamazula de Gordiano, Zapotlán el Grande (ciudad Guzmán), La Manzanilla de la Paz y su vecina Mazamitla en la sierra roja jalisciense, pasando por Sayula y la capital Guadalajara, estas vivencias crearon en ella un peculiar y particular imaginario, configurado con la experiencia de la propia historia, género, creencias y circunstancias personales; confluyendo con el imaginario del Maestro Arreola, en mi personal opinión, en una formidable capacidad creativa que, aunque de entrada pueda sentirse delirante, se manifiesta meticulosamente edificada a partir de complejidades y vistas simultaneas entre lo real y lo imaginado con un suave matiz de ironía, aunada a la dulce y valerosa exaltación de la “humanidad” animal.