A pocos meses de conocer quién será el próximo presidente o presidenta de Estados Unidos de América, muchas son las preguntas que se hacen los líderes latinoamericanos, acerca de cómo afectaría, de alguna manera, un eventual triunfo de Hillary Clinton o Donald Trump.
Las diferencias existentes entre ambos candidatos son visibles y hasta inmensas, para muchos analistas expertos en el tema, el meollo del asunto es quién sería el “menos peor”.
Son muchos los escenarios que se desprenden del proceso electoral del país vecino. Las probabilidades en escena van desde lo negativo hasta lo «muy negativo» en cuanto a las relaciones con países de la región se refiere; mientras que a nivel mundial, posibles nuevas guerras, relaciones rotas e intervenciones se predicen.
Estos comicios, son una decisión, que aunque soberana para Estados Unidos, sin duda, afecta o beneficia a todas las naciones latinoamericanas, entre otras y por ello, están sometidas al debate y escrutinio del ojo público mundial.
El ambiente político norteamericano está más álgido que nunca. La efervescencia no aminora ante el peligro latente de un posible desorden internacional generado por esta elección a todos los niveles.
Ante estos escenarios, analistas políticos como el mexicano Fernando Buen Abad, el cubano Alejandro Castro y el venezolano Iván Padilla, son pesimistas ante las candidaturas de ambos personajes e inclusive, presagian un panorama no muy diferente al actual, en cuanto a las relaciones con los países de Latinoamérica se refiere.
Diferente a muchos reflexiones en torno al tema, fue la hecha por el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien considera que para América Latina, un eventual triunfo de Donald Trump en las elecciones por la Casa Blanca, representaría una oportunidad positiva para los movimientos progresistas en la región, al asegurar que «su torpe discurso, tan básico» despertará una reacción en América Latina.
Por su parte, el Presidente de nuestro país, Enrique Peña Nieto, ha mostrado antipatía por Trump al criticar su propuesta de levantar un muro fronterizo, mismo que, según el candidato multimillonario, tendríamos que construir los mexicanos: “Ha habido episodios en la historia de la humanidad, desafortunadamente, éstas expresiones, esta estridente retórica, sólo han dado paso a momentos siniestros de la historia”, comentó.
Los aspirantes se pasean por posturas que van desde un fuerte compromiso con la institucionalidad, como el caso de Hillary Clinton, pasando por el pragmatismo y excentricidad de Donald Trump.
Pero, ¿cuál es el peligro real de que Trump sea el candidato republicano elegible?
Cinismo, lecturas falsas de la sociedad y un equipo poco preparado para las acciones que representa encabezar un gobierno, con un nacionalismo exacerbado y mal dirigido.
Prueba de ello, el discurso plagiado de Melania Trump, que pese a tener un grupo de expertos a su alrededor, en conjunto, decidieron pronunciar un discurso casi idéntico a uno expresado por Michelle Obama en 2008; una burla ya sea descuido o estrategia de campaña.
Lo más preocupante es que de llegar al poder, Trump y su equipo decidan llevar las estrategias de campaña a la práctica política a través de bombazos mediáticos y respuestas escandalosas a problemas profundos.
Para muchos, Clinton es la más proclive a profundizar los lazos con América Latina, promover activamente los valores democráticos y los principios éticos.
Haber sido secretaria de Estado de Barack Obama le da experiencia en política exterior y se estima que en su mandato habría una continuación de las políticas del actual mandatario, aunque la también ex primera dama podría tener una actitud más proactiva para intervenir en determinados asuntos cuando lo considere necesario.
La decisión de los estadounidenses, pone en vilo el futuro económico de muchos países, y ante ello, nos queda esperar que la política de cada nación esté preparada para enfrentar las consecuencias de ser vecinos de la primera potencia mundial. Es mi opinión…