Lo escribiré sin rodeos; la Ciudad de México de nuevo entró en contingencia ambiental por la profunda corrupción en los centros de verificación vehicular. Dicha práctica permitió la circulación diaria de más de 600 mil vehículos que ya contaban con hologramas 1 y 2; es decir, que ya tenían más de 9 y 15 años de antigüedad y que por el “coyotaje” y malas prácticas cotidianas en los centros de verificación vehicular, permitieron sin problemas aumentar el parque vehicular a 3.4 millones de vehículos en la Ciudad de México (4.6 millones de vehículos en la Zona Metropolitana del Valle de México), y como toda causa tiene un efecto, desde hace 13 años no se habían disparado a 172 puntos los niveles de contaminación en el ambiente.
Las prácticas hablan por sí mismas. Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, señaló que las modificaciones al programa Hoy No Circula, por una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como la venta de engomados cero y doble cero han disparado la circulación de vehículos altamente contaminantes.
Ayer, la Secretaría del Medio Ambiente dio a conocer que de los 63 verificentros que operan en la Ciudad de México, 37 han sido cerrados por cometer actos de corrupción, sin duda una cifra histórica.
Inspecciones y operativos han detectado que dichos verificentros presentan irregularidades con el personal que labora, así como alteraciones con el equipo que operan.
Y es que todo puede pasar cuando los concesionarios se “arreglan” con un billete para acelerar el trámite u otorgar permisos favorables.
Todo esto ha desembocado en un estire y afloje de puntos imecas, que aunados a la contaminación que individualmente generamos día con día, tienen en vilo a la Ciudad de México; ponen a prueba su capacidad de generar medidas complementarias al Hoy No Circula y resaltan la duda de que exista un programa eficaz de movilidad y protección ambiental.
El día de hoy la capital del país se enfrenta a una serie de medidas que han disgustado a automovilistas y usuarios del transporte público, pues ahora contar con un auto de modelo reciente, no garantiza que se pueda circular a diario, sin contar que microbuses, camiones, combis, metro y metrobús, entre otros, están más que saturados.
Por lo que para mejorar la calidad ambiental a través de un buen programa de movilidad, es necesario que las autoridades reconozcan que una de las razones por las que cada vez más familias ven a los automóviles como patrimonio y una necesidad básica, es la deficiencia en los servicios del transporte público que resultan ser poco confiables y poco seguros.
En conclusión, las autoridades deben apostar por el uso de nuevos esquemas de movilidad, porque si bien se ha tenido tiempo suficiente para modernizar el sistema de transporte público, las soluciones que han planteado no han resultado eficientes.
A estas alturas contaminadas, también se deben evitar los golpes de pecho porque hasta hace unos años, la Ciudad de México seguía planeándose para privilegiar al automovilista sobre peatón. Es mi opinión…