Agua que no has de beber… nos inunda la ciudad

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Las fuertes lluvias que han azotado en últimos días al centro y suroeste de nuestro país no han dado respiro a regiones como la Ciudad de México, Morelia o Guadalajara, en donde cada día se registran encharcamientos en diferentes zonas y varias colonias están sufriendo el colapso del drenaje pluvial.

Ante esta situación, autoridades de los tres niveles de gobierno han declarado que el sistema de aguas es insuficiente, además de que ya se tienen ubicadas 27 zonas de estas ciudades con mayor riesgo y potencial de inundación.

Y entre tanto encharcamiento, ¿qué pasa con el agua de lluvia? Tan solo el 10 por ciento del recurso hídrico que cae en la Ciudad de México es captado para su reutilización.

En esta urbe, se han hecho inversiones millonarias a lo largo de su historia para desarrollar infraestructura que evite las inundaciones durante la temporada de lluvias que se da entre junio y septiembre de cada año. El sistema hidrológico de evacuación de aguas de la Ciudad de México está compuesto por cientos de kilómetros de grandes tuberías que terminan en el Gran Canal de Desagüe y posteriormente en el Sistema de Drenaje Profundo.

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De acuerdo con CONAGUA, estas tuberías llegan a tener hasta 6.5 metros de diámetro; sin embargo, resultan insuficientes para desalojar toda el agua que cae durante una tormenta intensa en el Valle de México.

“Este problema se vio agravado cuando las autoridades decidieron cambiar la vocación del Sistema de Drenaje Profundo en 1975: de ser el vertedor de aguas pluviales en la temporada de lluvias, a ser el Drenaje Sanitario permanente de las aguas residuales”, señala el documento Modelo de Marco Institucional para la Gestión de los Recursos Hídricos en el Valle de México.

Y es que de acuerdo a datos del Gobierno de la Ciudad de México, durante la temporada de lluvias en la capital del país, caen mil cien millones de metros cúbicos de agua, de las cuales en 2016 se aprovecharon 117 millones mediante el programa “Agua en tu casa”; sin embargo, los 900 millones de litros de agua de lluvia que terminan en el drenaje representan más de la capacidad total que tienen las presas que integran el Sistema Cutzamala, responsable del 25 por ciento del total abasto de agua en la ciudad.

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Por este hecho, en las ciudades de nuestro país se deben privilegiar políticas públicas que promuevan la recolección de agua de lluvia en escuelas, hospitales, desarrollos inmobiliarios y edificios públicos, antes que seguir extrayendo agua del subsuelo. Y aunque no sea una alternativa de abasto constante, la recolección de agua de lluvia debe formar parte de un plan integral de ahorro, reciclaje y saneamiento del líquido.

En cuanto a la infraestructura necesaria para las ciudades nos preguntamos: ¿son las obras adecuadas? ¿Durante cuánto tiempo serán útiles? ¿No sería mejor realizar varias obras pequeñas para controlar el agua de lluvia en diferentes puntos y si ver si se puede aprovechar? Desafortunadamente, nos queda claro que los gobiernos no están teniendo la capacidad para afrontar este problema. Es evidente la importancia de una correcta gestión del agua de lluvia, en coordinación con un desarrollo urbano ordenado y la constante educación ambiental y de manejo de residuos. Es mi opinión…

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