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Indignación, impotencia, frustración, coraje y tristeza son palabras que se quedan cortas cuando los peligros naturales terminan en desastres como recién ocurrió con la erupción del Volcán de Fuego de Guatemala. Un desastre que no debió suceder.

Un poco de contexto e historia del volcán.

El Volcán de Fuego, con una altura de 3,763 m s.n.m., tiene una edad estimada de 8,500 años y posee lavas de composición andesítica (viscosas que almacenan gas y suelen ser explosivas); es uno de los más activos del mundo y es el más activo de Guatemala. Se ubica al sur del Volcán Acatenango y queda a 40 kilómetros al surpoinente de la Ciudad de Guatemala.

Foto: típica explosión del Volcán de Fuego emitiendo fragmentos incandescentes sobre las laderas.

Algunas de las erupciones históricas más importantes son:

  • 1582 Erupción de lava que destruyó el Pueblo de San Pedro Yepocapa
  • 1685 Frente a las costas del Pacífico se detectan grandes cantidades de pómez y otros restos, posiblemente producto de una erupción.
  • 1686 – 1710 Erupciones de ceniza
  • 1737 Fuerte erupción de varios días. Se cree que, a partir de aquí, se formó el cráter destruido en la erupción de 1932.
  • 1917 – 1918 Considerable derrumbe al suroeste del volcán por efecto de los terremotos de diciembre de 1917 y enero de 1918
  • 1932 Erupción de ceniza muy fuerte, acompañada de temblores ligeros. Caída de ceniza en Honduras, El Salvador y Ciudad de Guatemala (en ésta se observó caída de ceniza de 138 Kg/m2). Derrumbe del pico puntiagudo del volcán y el cráter se abre al NE. Avalanchas ardientes e incandescentes que daban la impresión de corrientes de lava.
  • 1974 Fuerte erupción dañando la agricultura
  • 1999 Erupción moderada con emisión de ceniza afectando principalmente al este del Volcán (San Juan Alotenango). Flujos piroclásticos dentro de las barrancas que nacen en los costados del volcán. Lahares en la época lluviosa, ocasionando la muerte de una persona y daños en infraestructura vial
  • 2000 Constantes explosiones con retumbos audibles en poblaciones cercanas y caída de ceniza en poca cantidad
  • 2002 Feb.: Descenso de flujo de lava por flanco este del cráter, visible durante las noches que provoca el rellenó total del cráter. 9 feb.: incremento de actividad estromboliana, visible desde la Ciudad Capital. Flujo de lava en Barranca Las Lajas, alcanzando una longitud de casi 1,500 m. Se forma un cono de casi 50 m. de altura dentro del cráter.
  • 2003 08 ene.: Erupción moderada. Varios flujos piroclásticos, el más grande en la Quebrada Santa Teresa (suroeste del volcán) con llenado parcial del barranco. Jun.: Erupción moderada. Nuevos flujos piroclásticos, en la Quebrada Santa Teresa, rellenan completamente el barranco esparciéndose en una gran extensión afectando la vegetación local. En la época de lluvia, gran cantidad de lahares, principalmente en Quebrada Santa Teresa, arrastrando parcialmente los materiales de los flujos piroclásticos recientes.
  • 2004 09 ene.: Erupción moderada. Flujos de lava principalmente hacia el oeste en cabecera de Quebrada Santa Teresa, alcanzando la base del volcán.
  • 2005 26 Jun.: Erupción moderada con explosiones de ceniza de 1500 metros de altura genero flujos piroclásticos en las barrancas Taniluya, Santa Teresa, Ceniza. Se observó en estas actividades flujos de lava. 17 Jul.: erupción moderada con explosiones de ceniza de 1500 metros de altura. La pluma de ceniza se dispersó a más de 25 kilómetros en dirección oeste suroeste, Se generaron flujos piroclásticos moderados en las barrancas Taniluya, Santa Teresa, Ceniza esto origino en la barranca Ceniza cambios en el cauce del río debido al arrastre de abundante material con árboles y bloques grandes que bajaron en lahares.
  • 2006 En este año no hubo erupciones únicamente explosiones.
  • 2007 Es el año con más actividad eruptiva de esta fase de reactivación con 6 erupciones: – 25 de marzo, 29 de junio, 17 de julio,11 de septiembre, 7 de diciembre y 16 de diciembre. Erupciones moderadas, generaron gruesas columnas de ceniza sobre poblaciones en dirección oeste, como Yepocapa y aldeas de Sangre de Cristo, Panimache, Santa Sofía y Morelia. Los lahares descendieron por las barrancas Taniluya, Santa Teresa, Ceniza y las Lajas. En el invierno los lahares más grandes se han dado en los causes de los ríos Ceniza Las Lajas el Jute. Entre los lahares que más daño causan son los que descienden por los ríos El Jute, Las Lajas, Taniluya a, Ceniza que causan destrucción de infraestructura vial.
  • 2012 19-20 mayo: erupción con abundante ceniza, flujos de lava y flujos Piroclásticos moderados en barranca Las Lajas. 25-26 de mayo: Nuevamente erupción con abundante efusión de lava, abundante ceniza, los flujos alcanzaron 1000 metros de longitud, acompañados de pequeños flujos Piroclásticos. 10-11 de junio: erupción efusiva extensos flujos de lava al sur y sureste. 03 de septiembre: erupción débil completamente de efusión de lava. 13 de septiembre 2012: erupción fuerte, flujo Piroclásticos grande 7 kilómetros dentro de la barranca ceniza, gruesas columnas de ceniza cubren las aldeas del suroeste, Panimaché, Panimaché II, Morelia, Porvenir y otras.
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Este volcán, como muchos otros de Guatemala, están debidamente monitoreados. En particular el Volcán de Fuego comenzó a ser monitoreado desde 1973 con el apoyo del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS). Actualmente, el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH), es la entidad que se encarga del monitoreo volcánico realizando estudios sísmicos, geodésicos, geoquímicos, visual y satelital; en pocas palabras, el monitoreo de este volcán cumplía -por así decirlo- con estándares internacionales para la observación y diagnóstico de la actividad volcánica.

En los últimos años, INSIVUMEH había reportado con prontitud y certeza sobre la actividad del volcán ofreciendo los diagnósticos pertinentes en cada erupción que había registrado el Volcán de Fuego, hasta 13 erupciones por año, emitiendo recomendaciones hacia las autoridades de Protección Civil para resguardo de la población.

Sin embargo, el pasado domingo 3 de enero, el Volcán de Fuego inició su segunda erupción del año la cual sería la más violenta en al menos 40 años. La actividad inició con una serie de fuertes explosiones que generaron columnas de ceniza alcanzando los 6 km s.n.m. y una serie de flujos piroclásticos que, hasta entonces, alcanzaban cortas distancias con respecto al cráter.

Imagen: primeros momentos de la erupción del Volcán de Fuego. Créditos foto: Conred.

Súbitamente incrementó la intensidad de la erupción alrededor de las 13:00 h local. Los registros sísmicos mostraron dicho incremento estimando que la columna eruptiva podría superar los 10 km y los flujos piroclásticos crecerían en tamaño y alcance; en campo, el personal encargado de observar y coordinar acciones preventivas, no contaban con buena visibilidad debido al mal tiempo (nublados/lluvias).

Poco a poco nos fuimos enterando del alcance de la erupción, con la publicación en redes sociales, mediante fotos y videos que mostraban el descenso de oleadas piroclásticas descendiendo por las barrancas principales.

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Imagen: la oleada piroclástica descendiendo por los barrancos/cañadas desde el Volcán de Fuego.

Las comunidades más afectadas se ubican en los departamentos (estados) de Chimaltenango, Escuintla y Sacatepéquez; la Finca La Reunión, Alotenango y San Miguel Los Lotes, fueron comunidades arrasadas por la oleada piroclástica que, hasta el momento, reporta cerca de 80 personas fallecidas y todavía un centenar de desaparecidos.

Imagen: devastación en la comunidad de San Miguel Los Lotes por la oleada piroclástica.

Entonces, ¿Por qué ocurrió el desastre?

La erupción del Volcán de Fuego es un claro ejemplo de que los desastres no son naturales sino sociales. Los desastres ocurren por la suma / combinación de factores humanos:

  • Poblaciones asentadas dentro de las zonas de mayor riesgo (responsabilidad que se hereda).
  • Falta de comunicación clara respecto a los peligros volcánicos (llamaron “lava” a la oleada piroclástica).
  • Preparación insuficiente de responsables de campo (ante el evidente arribo de la nube ardiente fue tardío el aviso de desalojar).
  • Nulo o insuficiente conocimiento de la población de las zonas de mayor riesgo.

A todo lo anterior se suma un factor que creció año con año: la confianza. Al ser un volcán en constante erupción, la población -y posiblemente los especialistas- se fueron acostumbrando a que todas las erupciones de los últimos años no rebasaron cierto umbral creando la falsa sensación de “inmunidad” y de que las erupciones no rebasarían lo ya observado. ¡Gran error!

La erupción superó en intensidad a las observadas en años previos y existe la posibilidad, lo cual está en discusión en la comunidad científica internacional (vulcanólogos), de que existió un derrumbe parcial de la ladera del Volcán de Fuego que añadió mayor volumen al esperado de los flujos piroclásticos.

Imagen: posible derrumbe de la ladera cercano a la cumbre; se observa la barranca que es el camino principal de la oleada piroclástica.

El riesgo de desastre será mayor, y lo fue en este caso, cuando existe cualquier tipo de edificación a los pies de del volcán aumentando dramáticamente la exposición ante el peligro. Solo basta ver en Google Earth la ubicación de fincas como La Reunión a tan solo 7 km del cráter y poblados como El Rodeo que se ubica en medio de dos barrancas principales por donde descienden oleadas piroclásticas y lahares cuando las lluvias son intensas. ¿Cuándo dejaremos de construir al pie de los volcanes?

De vital importancia son los mapas de peligros volcánicos ya que delimitan las zonas de mayor a menor riesgo ante los diferentes peligros que existen: emisión de ceniza, flujos de lava, flujos piroclásticos, lahares (flujos de lodo) y colapsos / avalanchas del edificio volcánico. Siguiendo estos documentos, evitando construir en las zonas marcadas como peligrosas, es como podemos dar un paso más para evitar que este tipo de desastres vuelvan a ocurrir.

No deberíamos utilizar este desastre, como ejemplo, para entender el peligro volcánico y lo vulnerable que somos. Recientemente, las erupciones que dejaron víctimas, por no respetar los radios de seguridad de volcanes activos, fueron las de Ontake, Japón; y Sinabung, Indonesia. No vayamos lejos, una de las últimas más mortales la vivimos en México con el volcán Chichón en 1982 dejando más de 2000 decesos.

Tenemos que estar siempre preparados: debemos conocer el entorno en el que vivimos, investigar, preguntar incluso a los servidores públicos de Protección Civil sobre qué medidas debemos tomar ante cualquier peligro al que podemos estar expuestos (sismos, tsunamis, volcanes, ciclones, etc.).

 

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