Cuando nos preparamos para una fiesta donde seremos los invitados nos preocupamos por el día, la hora, llegar a tiempo y tener suficiente del mismo para permanecer hasta que lo consideremos conveniente. No pensamos mucho en lo que consumiremos, en lo que comeremos, cuantos excesos se pueden presentar; de hecho todo lo contrario estamos preparados para cualquier exceso justificable a nuestro parecer llámese comida, bebida, desvelada, convivencia, sexo e inclusive romper con las reglas comunes de la cotidianeidad; pareciera que todo es permitido o posible, lo que se torna peligroso.
El comportamiento que tenemos en estos eventos se parece mucho al comportamiento que tenemos en nuestras vidas, donde la regla parecería ser LA RUPTURA DE LA REGLA, lo que se vuelve cada vez más disculpable y entendible a nuestro parecer. El resultado final es una cruda realidad como la terrible cruda del alcohol, la desvelada y los excesos de la fiesta.
Hemos convertido nuestra vida en una gran fiesta que inicia cuando sentimos que el tiempo corre lento, que las cosas importantes pueden esperar, que las reglas son para los adultos y que nada está prohibido definitivamente sobre todo si nos gusta, que quienes crearon la reglas son insensibles y absurdos, y que tener una vida de ordenamientos y lógicas definitivamente es absurdo.
Así es como al paso de los días progresivamente en justificaciones vamos cometiendo excesos en esta fiesta interminable del mes de diciembre, alimentos con cantidades excesivas de grasa, carbohidratos, alcohol, poca o nula actividad física, abandono de las actividades deportivas, desveladas, sexo sin controles, postración, sedentarismo, tabaquismo y otras tantas cosas más que podríamos mencionar como parte de un escenario fiestero y discrecional.
Así se pasa la vida también esto es reflejo de cómo tomamos las cosas y al paso del tiempo se consumen las oportunidades de conservar la salud y el equilibrio físico entre lo permitido y lo que deberá de regularse con inteligencia.
No es nada raro que tengamos llegando a los 40 años llantas en la cintura, sobrepeso u obesidad, enfermedades incipientes como la diabetes, la hipertensión arterial, la ateroesclerosis, que se podrían haber evitado o acotado al grado de no ser perjudiciales.
Después de una fiesta donde no se ponen frenos a las posibilidades puedes amanecer con alguien que no deseabas, abrir la boca y sentirla seca por los estragos del alcohol; experimentar terribles agruras e indigestión por los consumos abusivos, o iniciar cuestionándote sobre lo que dijiste, dejaste de decir u omitiste, sin atinar a ninguna de las respuestas, y concluir que lo hecho, hecho está y que si tuviste sexo sin control puedes estar infectado o embarazada, que si consumiste drogas los estragos de las mismas ya están instalados, que si comiste de más ahora pues no comes y ya, que si tienes gastritis antiácidos y abstinencia serán la solución y que nadie engorda, se vuelve adicto o se muere en un día.
Después al recuperar el equilibrio en un par de días estarás dispuesto a olvidar que los excesos destruyen iniciativas de salud, de balance y de perspectivas a futuro y continuarás sin tomar conciencia de que los daños son lentos, progresivos y que tienen que ver con tu constancia en las equivocaciones.
En los 70s cuando conocí a alguien que no consumía alcohol, tabaco, que no se desvelaba y que de las drogas ni hablar, me preguntaba cómo es que se divertía entonces, no podía concebir una vida tan aburrida e irrelevante, después en los 90s vi esa misma persona realizar actividades a sus 55 años que yo no podía llevar a cabo, como correr maratones, verse extraordinariamente bien, no padecer ninguna enfermedad, no consumir medicamentos, conservar su actividad sexual en buen nivel y seguir en la línea de que una buena alimentación, actividades deportivas y evitar tóxicos y excesos era la clave de una salud exitosa.
Esta persona provenía de una familia enferma por generaciones de diabetes tipo 2, hipertensión arterial, infartos al corazón e infartos y embolias al cerebro, sin que esta aparente carga genética lo afectara.
Ahora tiene 75 años y parece de 60, con una vitalidad envidiable, con dieta mediterránea, ejercicio diario, yoga, desarrollando su espiritualidad, evitando tóxicos, consumiendo alimentos naturales, con una pareja y vida sexual activa, y sin tomar aún un medicamento o padecer una enfermedad.
Este caso se replica ante los mismos comportamientos de 100 personas en 85%-95%, aclarando un gran cuestionamiento que ahora es realidad, ante la convicción de que nuestro diseño corporal está planeado para el consumo de alimentos naturales, ejercicio y evitar la substancias que nos oxidan a corto y largo plazo, desnaturalizando las herramientas que nos mantienen replicando nuestros tejidos y funciones lo más parecido al inicio de nuestra existencia y del inicio de la aparición del hombre sobre la tierra.
La fiesta puede continuar porque la fiesta es tu calidad de vida, tu posibilidad de poder hacer, pensar, evolucionar al mismo ritmo de tu cuerpo y de tu mente, sin que uno se desgaste antes que el otro y logrando que una, apoye al otro en todo el proceso de vida.
En medicina Ejercicio y Nutrición son Salud y Prevención, es la mejor propuesta que optimiza tu bienestar, tus recursos, tu opciones y la duración de la verdadera fiesta que eres tú íntegro y feliz.
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo
Médico Internista
Presidente de EIM y ENSP en México
www.dralejandrocardenas.com