Hasta mayo de 2024, de 193 países miembros de Naciones Unidas, sólo en 28, mujeres se desempeñan como jefas de Estado y/o de gobierno.
En esta #HistoriaUNAM, Karolina Gilas, doctora en ciencias políticas por la UNAM, emprende un recorrido por los aportes de algunas de estas líderes políticas a nivel mundial.
La politóloga advierte que la clave en la mayoría de los países, donde las mujeres han llegado a ocupar los cargos más altos, ha sido el papel de la sociedad civil y del movimiento feminista.
La constante de quienes han sido jefas de Estado es que lideran sus países con determinación y visión. Y es que, a decir de Karolina Gilas, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), las mujeres pueden ser lideresas exitosas y lo han demostrado. De hecho, cuando llegan a postularse a la presidencia tienen trayectorias impactantes, con frecuencia mucho más robustas que las de los varones que compiten por los mismos cargos.
Asimismo, explica Gilas, suelen comprometerse con causas de género, como hizo Michelle Bachelet, en Chile, al crear el Ministerio de la Mujer y la Igualdad de Género, impulsar cuotas de género y despenalizar el aborto. En Europa, Angela Merkel, en Alemania, fomentó la integración femenina en el mercado laboral, mejoró el sistema de cuidados y dio mayor acceso a guarderías a las madres que lo requerían. Sin embargo, no todas han tenido el mismo liderazgo transformador y ejemplo de ello son Cristina Fernández de Kirchner en Argentina y Dilma Rousseff en Brasil, quienes se limitaron a promover algunos apoyos sociales para las mujeres.
María Cristina Rosas, también docente de la FCPyS, precisa que Margaret Thatcher fue la primera ministra en la historia del Reino Unido de 1979 a 1990 y es conocida por ganarse el mote de la Dama de Hierro. Cuando llegó a la jefatura del gobierno de ese país, se distinguió por desarrollar una serie de políticas neoliberales reduciendo los subsidios a las personas y favoreció al sector privado.
Agrega que “al ser la primera mujer con dicho cargo, vivió discriminación pues se desenvolvió en un ambiente en el que frecuentemente fue desestimada, por la predominación de los hombres. Por ejemplo, al haberse desempeñado como ama de casa y manejar las finanzas del hogar, conocía precios de alimentos, y en el Parlamento ella insistía en que se debían hacer reformas económicas refiriéndose a los precios de los productos, lo que le valió la burla de sus colegas parlamentarios. Pese a ello, logró prevalecer en el poder lo que le ayudó a la victoria sobre Argentina en la Guerra de las Malvinas”.
En tanto, menciona María Cristina Rosas, otra lideresa política que experimentó un periodo complicado durante su gestión fue Violeta Chamorro, quien fuera presidenta de Nicaragua de 1990 a 1997. Ella recibió un país destruido por la Guerra Civil, durante su mandato tuvo tensiones con los sandinistas (quienes conformaban una organización política-militar de izquierda) y presiones por parte de Estados Unidos.
Además, “trató de feminizar la política nicaragüense y de desarrollar políticas para incluir la presencia de las mujeres en la fuerza de trabajo, respecto a ello se vieron algunos avances. En 1992 creó un código para castigar el crimen hacia las mujeres en Nicaragua. Sin embargo, desde el fin de su presidencia no se ha visto a otra mujer ocupando dicho cargo en ese país”.
“Indira Gandhi fue la tercera primera ministra en India, en dos periodos, uno de 1966 a 1977 y otro de 1980 a 1984. Ella logró centralizar el poder, lo que generó muchas tensiones con las diversas provincias de ese país, siendo un causal de su asesinato en 1984. Durante su mandato se produjo un conflicto armado entre India y China, la independencia de Pakistán Oriental hoy Bangladesh, entre otras cuestiones de gran relevancia”, recuerda María Cristina Rosas.
Los desafíos que mayoritariamente enfrentó, recalca la experta universitaria, estuvieron relacionados con su política internacional, respecto a la centralización del poder, que dejaba en desventaja a las provincias indias e implementó políticas para el control natal, y lo más grave fue que India se convirtiera en potencia nuclear en momentos en que ya se había adherido, a nivel internacional, el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. Aun así se le recuerda por ser, a la fecha, la única mujer que ha regido los destinos del hoy país más poblado del mundo.
“Golda Meir fue primera ministra de Israel entre 1969 y 1974 y es recordada porque durante su gobierno se produjeron muchas tensiones con los palestinos. También le tocó el incidente en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, así como la guerra de Yom Kipur en 1973 cuya gestión fue criticada, además se le consideraba una figura débil por ser mujer”, menciona Rosas.
Para resolver algunas de esas cuestiones, “buscó el apoyo de diversos gobiernos, como el de Estados Unidos, y asumió el costo político de algunos conflictos. Aunado a ello, gobernó enferma, pues tenía linfoma; pese a que su cáncer avanzó ella siguió gobernando y falleció poco después de dejar el poder”.
En contexto, podría decirse que en la mayoría de los países donde las mujeres han ocupado los cargos más altos, la sociedad civil ha sido clave. “Todos esos movimientos, articulados por el feminismo, han pavimentado el camino; sin embargo, no ha sido fácil”, dice Karolina Gilas.
Negociadoras
Según ONU Mujeres, hay un 35 % más de probabilidades de alcanzar acuerdos de paz durante 15 años cuando hay negociadoras involucradas en esos procesos; sin embargo, a ellas suele no incluírseles en este tipo de pláticas.
De los 193 miembros de la Organización de las Naciones Unidas, hasta mayo de 2024, sólo en 28 países se desempeñan mujeres como jefas de Estado y/o gobierno, de acuerdo con el mapa Mujeres en la Política 2023.
Históricamente, la cúpula del poder político ha sido liderada por hombres. La incursión de las mujeres en dicho círculo es reciente, y las primeras en ocupar cargos ejecutivos lo hicieron tras la Segunda Guerra Mundial.
A decir de Karolina Gilas, de 1945 a la fecha sólo el 13 % de los puestos de las organizaciones multilaterales más importantes del mundo han sido dirigidos por ellas. “Esa representación, en especial en el Ejecutivo, ha ido incrementándose paulatinamente, pero aún persiste una enorme desventaja frente al dominio masculino”.
En tanto, María Cristina Rosas asegura que la presencia de las mujeres en el ámbito político siempre es escasa. Si nos atenemos a la información que provee la Unión Interparlamentaria, se puede observar que hay legislaturas en algunos países del mundo, como Ruanda, México o Suecia, donde, a nivel legislativo, se ha buscado impulsar la equidad de género y se ha logrado, ya sea por decisión política de obligar, como en el caso de nuestro país, a buscar la representación 50 % mujeres y 50 % de hombres.
“En el caso de Ruanda, debido a que en el genocidio el 75% de los muertos fueron hombres, no hubo otra opción que empoderar a las mujeres, lo que les ha permitido ascender respecto a responsabilidades políticas y económicas, en especial en el parlamento de ese país. En Suecia, ellas también han logrado el empoderamiento, más por las necesidades del mercado, específicamente por el tema de la escasez de mano de obra para una economía en expansión, que forzosamente requería su incorporación y participación, y que posteriormente se manifestó en las altas esferas gubernamentales”, indica María Cristina Rosas.
Karolina Gilas refiere que la primera mujer jefa de gobierno fue Sirimavo Bandaranaike. Lideró Sri Lanka en 1960 y llegó en medio de una crisis desatada por el asesinato de su esposo, quien era el primer mandatario de dicha nación. “Como ella, otras han llegado a ocupar responsabilidades similares en medio de escenarios caóticos, como Ellen Johnson-Sirleaf, de 67 años, quien asumió la presidencia de Liberia tras una guerra civil que concluyó en 2003. Le tocó conducir a ese país africano durante la negociación de paz. Las historias de lideresas que llegan a los cargos cuando las cosas se caen a pedazos son frecuentes”, explicó Gilas.
Desempeño complicado
Por su parte, María Cristina Rosas insiste que el desempeño de las mujeres en la alta política a nivel mundial es complicado, ya que no depende de ellas, sino justamente de los contextos, incluso en países donde están muy empoderadas, no se han tenido las condiciones apropiadas para que puedan gobernar.
No obstante, añade que “se ha demostrado que las mujeres son más empáticas cuando se trata de temas sociales o del bienestar de las personas, pero es difícil valorar su papel en sociedades fuertemente masculinizadas”.
“En esta ha sido preciso adoptar estrategias para lidiar con los estereotipos y expectativas” y, al respecto, agregó la importancia de recordar que, incluso cuando llegan al poder, “ellas se ven sujetas a reglas políticas hechas por hombres (‘y para hombres’) que castigan o soslayan lo femenino, y que sugieren que las mujeres deben comportarse como varones y ostentar un liderazgo similar al masculino si quieren darse a respetar. Además, se les pide que no muestren sentimientos y que usen pantalones (el famoso traje sastre)”, indica Karolina Gilas.
Asimismo, deben soportar un escrutinio público severo y enfrentar múltiples obstáculos que dificultan el ejercicio de sus cargos. “Si buscas verte femenina y pones mucha atención a tu físico, se piensa que eres una muñeca con cabeza vacía que nada tiene que hacer en política. Pero si no lo haces, entonces quiere decir que no estás a la altura, que no eres presentable y que no te ves como debería lucir una mujer que desea acceder a altas encomiendas. El mismo rasero no se aplica a varones”, señala Gilas.
Otras dificultades a enfrentar y, quizá, las más importantes, son las violencias verbal y simbólica a las que son sometidas, así como a la ridiculización, negación de su legitimidad, chantajes, amenazas y hasta agresiones sexuales y físicas de distintos tipos. “Es difícil pensar que, enfrentándose a todo eso, las mujeres sean plenamente libres en el ejercicio del cargo”, advirtió.
De acuerdo con ONU Mujeres, el desarrollo sostenible es un motor clave del empoderamiento económico femenino. No obstante, todavía hoy menos del 20% de quienes tienen tierras son propietarias. Las diferencias de género en el acceso a terrenos y al crédito restringen las oportunidades económicas de las agricultoras. “Nosotras somos personas, formamos parte de esta sociedad y tenemos los mismos derechos de incidir en el destino de nuestra comunidad política que nuestras contrapartes masculinas”, finalizó Karolina Gilas.