«Mi vida no es tu porno»: Mujeres coreanas protestan por cámaras espías en espacios públicos

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A finales de mayo el centro de Seúl, en Corea del Sur, acogió una imagen histórica: 12.000 mujeres gritaron enfurecidas al unísono, a pleno pulmón, en contra de la pornografía difundida y grabada con cámaras ocultas que las captan en los baños públicos, en las escaleras mecánicas o mientras pasean tranquilamente por la calle.

Fue la mayor manifestación femenina en la historia del país, para denunciar una moda deleznable -denominada molka- que, además, cuenta, al parecer, con la inacción y la discriminación por parte de la policía.

Vestidas de rojo, blanco y negro, enmascaradas, con caretas en forma de cámaras, anónimas, pero de todos los ámbitos de la sociedad, las mujeres hartas con esta discriminatoria situación se reunieron en la estación de Hyehwa.

Con el lema My life is not your porn (Mi vida no es tu porno), las mujeres reclamaron así justicia y algunas, incluso, se llegaron a rapar la cabeza, como protesta por el fracaso del Gobierno para protegerlas. «Inocente, si tienes pene, culpable, si no lo tienes», fue otro de los cánticos de la jornada.

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En una entrevista para Korea Exposé, el investigador del Instituto Coreano de Criminología Chang Dahye, describía la preocupante situación que se vive en el país asiático: «Hay [imágenes] de spycam de mujeres que se alivian en los baños; fotos de mujeres en bikini, en casa, caminando en la calle. En un sitio web llamado Soranet, los hombres cargan fotografías de sus novias y esposas, y les piden a otros que evalúen los genitales de las mujeres».

«Las mujeres en Corea del Sur siempre están expuestas a la filmación ilegal», decía el comunicado oficial de Women March for Justice, asociación que organizó la marcha.

Un género pornográfico

En Corea del Sur, la pornografía spycam es un género en sí misma, y se puede acceder fácilmente a ella a través de sitios web, que muestran a mujeres anónimas en espacios públicos, hoteles o en sus casas.

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En diciembre del 2013, el Gobierno intentó contrarrestar esta impúdica tendencia con una controvertida campaña que pedía a las mujeres que «cubrieran» sus faldas cuando subían las escaleras mecánicas del metro. Muchas fueron las voces que se alzaron entonces contra esta campaña que ponía el foco de la responsabilidad en las mujeres y no en el que graba sin permiso. Tras las críticas, el Ministerio de Igualdad de Género y Familia rectificó con otra campaña que decía: «Si experimentas algún delito sexual digital, el Gobierno está aquí para ayudarte».

A pesar de los esfuerzos gubernamentales, más cosméticos que efectivos, el problema ha ido creciendo en los últimos tiempos. «Intentos poco entusiastas que hacen más para tratar de mejorar la imagen pública de los políticos que para resolver el problema real de desigualdad entre géneros», señaló el escritor Yeji en un artículo hace dos años en 10 Magazine.

 

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