Corea del Sur enfrenta una tormenta política tras la breve declaración de ley marcial por parte del presidente Yoon Suk Yeol. Este acto extraordinario, emitido en la noche del martes, provocó una reacción inmediata tanto en el parlamento como en las calles, reflejando las tensiones entre un pasado autoritario y una vibrante democracia moderna.
¿Qué implica la ley marcial?
La ley marcial transfiere amplios poderes al ejército, permitiéndole restringir derechos civiles como la libertad de expresión, las manifestaciones públicas y la actividad política. Según el decreto de Yoon, incluso la manipulación de la opinión pública se consideró ilegal, y las autoridades podían arrestar o allanar propiedades sin una orden judicial.
Esta medida, que duró menos de seis horas, generó una condena masiva dentro y fuera del país. Legisladores surcoreanos acudieron al parlamento, rompiendo el cerco militar para bloquear la orden por unanimidad, obligando al presidente a levantarla al amanecer.
Un pasado autoritario que resurge
Aunque Corea del Sur se ha consolidado como una democracia desde 1988, las heridas de su pasado autoritario siguen presentes. Durante gran parte de la Guerra Fría, el país enfrentó gobiernos militares que usaron la ley marcial para sofocar protestas y consolidar el poder. La última vez que se declaró esta medida fue en 1980, en un levantamiento marcado por represión y violencia.
El decreto de Yoon reavivó temores entre los surcoreanos, especialmente entre aquellos que vivieron la transición democrática. Manifestantes portaron pancartas exigiendo no volver a un régimen dictatorial, un mensaje claro de rechazo al uso del ejército como herramienta política.
Impacto en la democracia surcoreana
Corea del Sur es conocida por sus instituciones democráticas sólidas y su papel como potencia económica y cultural global. Sin embargo, esta crisis subraya las tensiones internas del país, donde el escenario político a menudo enfrenta divisiones profundas y juicios contra presidentes, tanto en funciones como al dejar el cargo.
El intento fallido de Yoon Suk Yeol de declarar la ley marcial deja una pregunta abierta: ¿hasta qué punto las democracias pueden resistir ante líderes que exploran los límites del poder constitucional?