El ghosting, traducido como «hacerse el fantasma», es una práctica cada vez más frecuente que consiste en romper una relación mediante la repentina omisión de cualquier tipo de forma de comunicación con quien se había iniciado.
Los expertos advierten que el ghosting tiene consecuencias tanto para quien lo sufre como para quien lo practica: el primero ve su autoestima dañada y tiene que atravesar el periodo de duelo que conlleva el fin de una relación, sin conocer los motivos de la ruptura; si se trata de una relación consolidada, tendrá que hacer frente a los remordimientos y al sentimiento de culpa por haber dejado a alguien de esta manera.
En una encuesta realizada en 2014 en Estados Unidos, el 11 por ciento de los entrevistados dijo haber hecho ghosting a alguien y un 13 por ciento haber sido víctima de esta práctica.
Se cree que quienes practican el ghosting, tienen miedo al conflicto y por eso evitan el cara a cara para poner fin a una relación. El contacto a través de internet facilita acabar nuestras relaciones sin dar explicaciones.
Sherry Turkle, profesora de sociología de Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), aseguró: «con las nuevas tecnologías, nos hemos acostumbrado a deshacernos de la gente simplemente no respondiendo. Y eso empieza con los adolescentes, que crecen con la idea de que es posible que le envíen a alguien un mensaje de texto y que no reciban nada por respuesta».
Según Turkle, «eso tiene serias consecuencias, porque cuando nos tratan como si pudiéramos ser ignorados, empezamos a pensar que eso está bien y nos tratamos a nosotros mismos como personas que no han de tener sentimientos, y al mismo tiempo tratamos a los demás como personas que no tienen sentimientos en este contexto, por lo que empieza a desaparecer la empatía”.
Por su parte, La psicoperapeuta estadounidense Elisabeth J. LaMotte, comenta: «pasamos mucho tiempo socializando a través de las nuevas tecnologías y compartiendo nuestra vida privada en las redes sociales y cada vez, nos sentimos más incómodos con el contacto interpersonal. Ello hace que acabar con una relación sea más complicado, porque cada vez tenemos menos práctica en hacerlo».
La psicóloga Maya Borgueta explica:
«Realmente puede llegar a ser muy doloroso, porque cuando nos dejan así a menudo seguimos conectados con esas personas en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram».
«Así te das cuenta de que esa persona no se está comunicando contigo y continúa con su vida como si no pasara nada. Ello hace que el proceso de duelo sea más complicado».
Con información de BBC