Hace 25 años, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua con el objetivo de garantizar el acceso al recurso vital y generar conciencia acerca de su cuidado. Si bien cada año las campañas están dirigidas a la población en general, para este 2017, la temática se enfoca en llamar la atención principalmente de autoridades e instituciones, al dedicarla a la gestión eficiente de aguas residuales y la reutilización de los recursos hídricos.
Ante el objetivo de desarrollar ciudades sostenibles como modelo de progreso, el tema de este año debe ser una ocupación primordial de los gobiernos locales que aún no vislumbran la importancia de esta tarea como parte de sus estrategias de combate al rezago y las medidas para garantizar el abastecimiento futuro de la población.
De acuerdo con el INEGI, sólo 34 de cada 100 municipios cuentan con servicio de tratamiento de aguas residuales, es decir, sólo 827 localidades, cifra que impacta negativamente en la salud pública, así como en la preservación de recursos naturales y del sector productivo.
Sin la infraestructura necesaria, las comunidades que dependen de fuentes de agua naturales se enfrentan a dos tipos de dificultades: la violación a su derecho de acceder al vital líquido y a la imposibilidad de generar fuentes de empleo o desarrollarse en una actividad económica relacionada como el campo, la pesca o la ganadería, entre otros.
Este problema es hasta hoy un foco rojo, que no ha recibido la atención necesaria por parte de los gobiernos locales, porque existen tantos municipios sin instrumentos ni recursos para cumplir con sus obligaciones, como ineficiencias en la administración pública para llevarlas a cabo con éxito.
Ejemplo de ello es que en materia de provisión de servicios urbanos de agua potable y saneamiento, de acuerdo a datos del INEGI, el 99 por ciento de los municipios del país contaba con servicio de agua potable en la red pública en 2014; sin embargo, dos años después, sólo 68 por ciento del total de hogares mexicanos recibía agua diariamente, 14 por ciento cada tercer día y el resto ocasionalmente en la semana.
Además, 60 por ciento de los municipios facturaron el servicio de agua en 2016, de los cuales 55 por ciento lo hizo a través de cuota fija, lo que no considera el consumo y únicamente 8 por ciento por servicio medido. Este esquema de trabajo no permite que el sistema de precios refleje la escasez o abundancia relativa del líquido.
Queda claro que los diversos esfuerzos que se realizan día a día en materia de administración, infraestructura y distribución del agua son insuficientes, ya que además de impulsar una verdadera cultura de ahorro y preservación del agua, los tres niveles de gobierno necesitan trabajar en una redefinición del sistema operativo y financiero que les permita conocer a detalle en qué municipios hay de más, cuántos de ellos derrochan, ajustar los costos y desarrollar mejor infraestructura en zonas de escasez inminente . Es mi opinión…