Cuando cantamos, nos encontramos.
No importa que estemos en el rincón más recóndito del mundo, siempre que se escucha un ‘Cielito Lindo’ sabemos que se trata de un paisano.
El “canta y no llores” ha sido, a lo largo de los años, nuestra filosofía de vida.
Para algunos podría llegar a tener un significado negativo, pero a mí me parece más un “¡ay Jalisco, no te rajes!” generalizado a todo nuestro país.
Porque el mexicano se sabe “chingón” -con perdón de la expresión- desde que adquiere la consciencia de ser mexicano, y porque llevamos “la música por dentro”.
Porque ante la adversidad, nos crecemos. Apelamos a nuestro glorioso origen y revive en nosotros la fuerza guerrera; nuestro corazón retumba cual tambor Mexica.
Porque, ¿de dónde, si no de la música, sacamos el coraje para enfrentar cada día a la vida?
No, estimado lector. El ‘Cielito lindo’ es mucho más que una canción. Es nuestro grito de guerra. Grítalo y te encontrarán; escúchalo y sabrás que no estás solo.
Porque no, no estamos solos. Nos tenemos y tenemos a la música.
Tenemos a José Alfredo, a Juanga, a ‘Chente’ y si me apuran hasta expropiamos a Cerati para cantar ‘Cuando pase el temblor’.
Tenemos al Himno Nacional, para celebrar a todo pulmón después de levantarnos -literalmente- de nuestras cenizas.
Por eso hay que cantar y no llorar. Hoy más que nunca canta, Mexico… canta y no llores.
Levantemos el puño bien alto, para escuchar a los que están cantando; y cantemos fuerte, para ser encontrados.
Porque si cantando nos encontramos, hoy no me queda duda que también cantando nos levantaremos.
Foto de Pedro Mera @peterpunk1976