De acuerdo a un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México, realizado a estudiantes de bachillerato, las principales preocupaciones actuales de los jóvenes mexicanos son 3 muy específicas: la violencia social, el acceso a la educación y la falta de oportunidades laborales.
Aunado a esto, es importante considerar que la inseguridad y los riesgos del mundo actual son factores determinantes en la falta de motivación de los jóvenes. Problemas que se derivan de los conflictos familiares, la insuficiente preparación académica y la escasez de recursos económicos.
Para los padres es necesario comprender que los valores de la juventud ya no son los mismos que cuando ellos tuvieron su edad. Incluso cuando hay un intento por inculcarlos a sus hijos, la sociedad, la globalización y muchos factores que antes no existían ya no permiten que los asimilen de la misma manera.
Las prácticas culturales son un tema que depende totalmente del acceso a la información mundial y a las opciones; a la manera de socializar de los adolescentes, empezando desde la niñez; cómo son sus relaciones entre ellos y con el mundo; la visión que tienen respecto al presente y futuro, etc.
Según la Encuesta Nacional de Valores en Juventud, los jóvenes son el sector más tolerante en la sociedad mexicana. ¿A qué me refiero con esto? A que aprecian más que los adultos las diferencias étnicas, religiosas, las preferencias sexuales y la ideología política, al igual que respetan en mayor medida a los grupos desfavorecidos.
Sin embargo, la tolerancia y la participación social que buscan los jóvenes no se reflejan así en la práctica, pues son excluidos en las instancias formales y muchas causas independientes mueren pronto por falta de apoyo. Evidentemente, esto se traduce en un desencanto temprano y un malestar social con la realidad en que les toca vivir.
Es entonces cuando surgen las discusiones de sobremesa cuando el abuelo se atreve a cuestionar la posición del nieto y viceversa, como en la historia que te presento en el periodismo de vida de esta mañana. Y se trata de una escena que para muchos que conviven con adolescentes puede resultar sumamente conocida.
Manuel tiene una tradición desde hace ya bastantes años que para los tiempos actuales resulta casi una proeza. Desde que sus hijos Oscar y Amelia se casaron y formaron su propia familia, Manuel les pidió sólo una cosa que no tenía negociación alguna: el primer domingo de cada mes hay reunión comer en su casa con todos los miembros de la familia, hijos, nietos y hasta los perros incluidos, si quieren llevarlos.
Por increíble que parezca, Oscar y Amelia no han fallado una sola vez. Aunque cada mes resulta más complicado que los nietos de don Manuel vayan con tanta facilidad, pues dicen que ya les resulta aburrido y pasan casi todo el tiempo metidos en su celular. Algo que a Manuel le desagrada muchísimo y por eso le dice a su nieto Sebastián:
-“Oye, mijo, ¿no crees que pierdes mucho tiempo en ese aparato en lugar de convivir?”
Sebastián tuerce la boca, fastidiado con esas palabras que le repite su abuelo cada vez que puede, y le contesta:
-“No es pérdida de tiempo, abuelo. Estoy compartiendo mucha información sobre la situación del país. Aunque no lo creas, yo sí intento hacer algo para luchar contra el sistema.”
Manuel se ríe por el comentario de su nieto y comienza una de sus historias favoritas, que a pesar de la resistencia de Sebastián, termina por hipnotizar a todos los demás nietos, que se la echan completita, con detalles y todo, sobre cuando el abuelo participó en el movimiento estudiantil del 68.
-“Porque en ese entonces, no teníamos celulares ni el famoso internet que les salva la vida a ustedes”, dice don Manuel. “Nosotros nos hablábamos frente a frente y nos teníamos que reunir en casas, en escuelas y auditorios para hablar de lo que nos disgustaba del gobierno.”
Sebastián pela tremendos ojos, sorprendido de que su abuelo haya sido joven alguna vez y le pregunta interesado:
-“Oye, abue, ¿a poco en serio te oponías al gobierno? Porque con tantas reglas que nos pones, no creo que sepas lo que significa libertad.”
Manuel acaricia la cabeza de Sebastián y le dice con mucha seriedad, pero con cariño:
-“Conozco lo que es la libertad porque gané ese derecho con acciones y no sólo con publicaciones en redes sociales. Porque ahora cualquiera siente que cambia al mundo con un comentario en eso del internet, pero no mueve un dedo más allá del teclado para mejorar la sociedad que tanto critica.”
Sebastián permanece inmóvil, helado por lo que acaba de escuchar. Así que don Manuel sonríe, lo abraza con ternura y continúa diciéndole:
-“Y no lo digo por ti, ni por todos esos jóvenes que ante un temblor o muchas injusticias salen a las calles para ayudar y solidarizarse. Porque sé que muchos de tu generación se preocupan más que nosotros por el medio ambiente, que comprenden mejor temas que en nuestros tiempos eran prohibidos, que son más humanos con los animales. Lo digo por los que teniendo por delante toda una vida, la desperdician perdiendo el tiempo y sólo quejándose.”
En ese momento, Sebastián logra conocer a un Manuel distinto. Un abuelo que en algún momento tuvo su edad y que también tuvo inquietudes sociales y luchó por sus ideales. Los tiempos son distintos, pero la distancia entre Manuel y Sebastián se acorta cuando ambos aprenden uno del otro.
En la historia de Manuel y Sebastián que compartí contigo en este periodismo de vida hay una reflexión para ambas generaciones. La de los adultos mayores que ven el desencanto de la juventud apática y que no sabe socializar ni comunicarse sin un dispositivo electrónico; y la de una generación que olvida que antes de las redes, también hubo movimientos sociales.
Los medios son distintos, pero tal vez mucha inconformidad con los gobiernos y gobernantes son iguales. Los discursos también se modifican, pero la manera de enfrentar la vida en la sociedad actual es lo que nos debe despertar una reflexión profunda.
Por eso, hoy te pregunto a ti que me escuchas en ¡Qué tal, Fernanda! A ti que eres adulto, adulto mayor o joven. ¿Cómo crees que son los jóvenes ahora y qué los hace distintos de los jóvenes de generaciones pasadas? ¿En qué son iguales? Escríbeme a las redes sociales de QTF y comparte tus opiniones.