Aunque su actividad principal es combatir incendios, el equipo de bomberos de la UNAM está habilitado también para atender derrames de sustancias peligrosas, fugas de gas y agua, cortos circuitos, accidentes automovilísticos, rescate de personas y animales, control de fauna nociva, incluso intervienen en casos de crisis suicida.
Roberto Hernández Camarillo, jefe del Departamento de Prevención y Combate de Siniestros, Bomberos UNAM, afirma lo anterior y considera que la labor del equipo es amplia, incluso brindan talleres y capacitación a la comunidad universitaria para el uso y manejo de extintores, así como para saber qué hacer antes, durante y después de una conflagración.
Con motivo del Día del Bombero, que se conmemora el 22 de agosto con el objetivo de crear conciencia sobre la importancia de su labor y resaltar los desafíos y peligros que enfrentan en el cumplimiento de su deber, el universitario apunta:
Como parte de las tareas está la revisión de los sistemas contra incendio de la institución, “que estén actualizados, en óptimas condiciones y listos para cualquier eventualidad”.
Además, realizar visitas a cada una de las dependencias y entidades universitarias para inspeccionar los sistemas eléctricos, de gas, pararrayos, verificar que no se obstruyan las salidas de emergencia, etcétera. “No podemos evitar riesgos, pero sí minimizarlos”.
En los tres núcleos de la Reserva Ecológica de la UNAM mantienen en funcionamiento las brechas cortafuego, dan mantenimiento a las garzas (tomas) con las que se abastecen de agua para la atención de incendios forestales, no solo para nosotros, también para servicios de emergencia externos. En la zona oriente de ese espacio, donde tenemos mayor incidencia de siniestros, se han instalado tanques cisterna permanentes para el abastecimiento y control de estos.
Hernández Camarillo detalla que esta casa de estudios cuenta con una plantilla de 73 elementos, distribuidos en tres guardias de 24 por 48 horas, y una diaria de lunes a viernes. Para quienes aspiran a ingresar, se les capacita durante tres meses. Una vez concluida esta etapa realizan un examen teórico-práctico.
Como parte de la capacitación permanente, trabajan con la guía de respuesta en caso de emergencia denominada Sistema de Emergencia en Transporte para la Industria Química (SETIQ); “nos apegamos a los protocolos establecidos de protección civil”.
Asimismo, menciona que cuando la emergencia por derrame químico es mayor recurren al apoyo –vía telefónica o por radiotransmisión–, de la responsable del Área de Protección Civil de la Facultad de Química, Martha Alcántara Garduño.
Roberto Hernández puntualiza que como parte de los retos que enfrentan destaca brindar un servicio de mayor calidad y dar respuesta más pronta a cualquier eventualidad dentro y fuera del campus universitario.
El experto recuerda que hay el proyecto de realizar adecuaciones para estar en posibilidad de recibir a bomberas; de hecho, ya se trabaja en ello: contamos con un gimnasio, un baño para varones y mujeres, y habría que preparar las demás áreas.
“Obviamente cuando se creó la estación de bomberos, en 1973, se consideró para cierto número de bomberos –entonces eran 33, hoy somos 73– y las instalaciones eran específicas para hombres; actualmente se realizan adecuaciones para ser incluyentes”, afirma.
El bombero universitario enfatiza que el equipo de profesionales que dirige puede capacitar a los ciudadanos para que sean los primeros en responder ante una emergencia. No obstante, si la situación los rebasa, entonces solicitar la intervención de los cuerpos de emergencia: paramédicos, bomberos, protección civil y demás rescatistas que deban intervenir.